Hace pocos días, las paredes del palacio de los Morlanes (en la zaragozana plaza San Carlos) sufrían los efectos del vandalismo, unas pintadas en su fachada exterior volvían a requerir la presencia de las brigadas de la contrata de limpieza viaria para limpiar ese grafito. Una incidencia como las «90 de media al día» que realizan de promedio las 14 brigadas con las que el ayuntamiento, a través de la contrata de FCC, actúa para reparar el daño causado. Un promedio que se traduce en «más de 28.000 pintadas» al año que tener que limpiar por culpa del comportamiento incívico de los causantes.

Hace tiempo que estas cifras en Zaragoza se consideran «una constante», una tendencia sostenida en el tiempo que, según explicaron a este diario fuentes de la propia empresa, suponen un gasto anual de 1,6 millones de euros. Esa es la factura del vandalismo en forma de pintadas, los populares grafitos en zonas donde no se puede, en mobiliario, en fachadas de edificios o paredes de monumentos. Cada uno con una especificidad muy concreta y, en consecuencia, una forma de actuar distinta en función de la superficie donde se realizan. Una labor que, en los últimos años, también afecta a la cartelería que se coloca en lugares donde no está permitido hacerlo.

La actuación más habitual, en la mayoría de casos que se registran, esos equipos de limpieza del vandalismo aplican un decapante que levanta la pintura y, a continuación, se aplica agua a presión que retira todo rastro del grafito realizado. Pero claro, este tratamiento se puede hacer en las zonas más resistentes y cuando no hay otra capa de pintura debajo. En otros casos se aplica cemento de diferentes colores, o se aplica, como cuando es mármol, agua con arenilla que elimina también la pintada de la superficie.

Uno de los aspectos que destacan los responsables de la empresa es que los hábitos vandálicos han cambiado poco en esta tendencia sostenida de los últimos años. No solo la cifra global se mantiene inalterable, sino también el radio de acción de sus autores, con frecuencia localizados en entornos donde se producen concentraciones de muchos jóvenes, «en cualquier barrio», o en el centro de la ciudad.

En este último se dan picos de actividad vandálica cuando hay «mensajes alusivos a temas de actualidad» o en momentos puntuales «como las campañas electorales». «Aunque este año nos sorprendió que el mismo día de las elecciones -el pasado 26 de mayo- apenas se registraron pintadas», aseguraron desde FCC. Una novedad en lo que casi es norma en la ciudad. «Hace 20 años esto ya sucedía, ese día aparecían siempre muchos grafitos que hacían alusión a la política», relataron.

El coste para las arcas públicas siempre es elevado mientras estos comportamientos incívicos se sigan produciendo y sus responsables no sean interceptados. Porque cuando lo son, el consistorio le gira la factura de la limpieza a la vez que la denuncia para sancionar su acción. La empresa elabora el parte de trabajo (horas y personal utilizado) y lo abna el responsable. Sin embargo, estos casos, por desgracia, son los mínimos entre esos más de 28.000 de cada año.