Las ciudades de Zaragoza y Huesca, potencialmente implicadas aunque fuera como base logística en el proyecto de candidatura para los Juegos Olímpicos de invierno del 2030 que planean Cataluña y Aragón, seguirán esperando noticias del proyecto para valorarlo o juzgar en qué medida pueden contribuir a él.

En la capital altoaragonesa, confirmaron fuentes municipales, no han recibido más noticias sobre el proyecto que las aparecidas en prensa, y en el de Zaragoza, el alcalde Jorge Azcón ya exponía anteayer que es «una vieja historia, de la que llevamos oyendo hablar décadas», y que habrá que ver «en qué se materializa» o recibir alguna información antes de valorarla. La próxima bilateral con el Gobierno de Aragón podría ser una buena ocasión para ello.

Todo parece indicar que, como remarcó el presidente del Gobierno de Aragón, Javier Lambán, anteayer, el proyecto no pasa de momento de ser «una idea», en la que han estado trabajando ambas comunidades, bajo el auspicio del presidente Pedro Sánchez y el presidente del Comité Olímpico Español (COE), Alejandro Blanco, desde el pasado verano.

Sobre este asunto ha habido reuniones entre consejeros de ambas administraciones autonómicas en Madrid, y encuentros de Lambán con el presidente del COE y con Sánchez (el último, en el comité federal del PSOE del pasado sábado), pero aún no se ha pasado de comenzar a estudiar las instalaciones o infraestructuras que harían falta en Aragón.

Estas, según explicaba Lambán anteayer, no sea acometerán salvo que sean medioambientalmente sostenibles, por exigencia no solo suya sino del Gobierno central.

Por el momento, este supuesto control ecológico no convence a dos de sus socios de Gobierno, CHA y Podemos, y tampoco a su apoyo externo para la investidura, IU, que dejaron bien clara su oposición nada más conocerse el anuncio de la idea.

Por contra, el PAR, el PP y Ciudadanos, con diversos grados de escepticismo, sí dieron su apoyo a la celebración.

Según detalló Lambán, el proyecto involucraría únicamente a Cataluña y Aragón, frente a las primeras informaciones que lo ampliaban a Francia y Andorra. Aunque se celebrarían en el Pirineo, se agruparían bajo la marca de Barcelona. Lambán consideró que podría ayudar al «reencaje» catalán en España.