La problemática surgida en los últimos meses con algunos establecimientos del entorno de la calle Moncasi ha provocado que hoy, por fin, los cinco grupos municipales del Ayuntamiento de Zaragoza se sienten a hablar de las zonas saturadas y las nuevas normas y medidas a aplicar para redefinirlas, rediseñarlas y adecuarlas a una realidad que, en algunos casos, poco tienen que ver con la del año 1995, cuando se empezaron a declarar como tal. Y a fijar nuevas exigencias acordes con lo que los vecinos reclaman. Los técnicos municipales han elaborado una batería de propuestas dirigidas a ello, y a reorientar la ordenanza que las regula para atajar las actividades que logran sortearla generando molestias.

Una de las iniciativas es realizar una inspección de todas las zonas para declarar de oficio la caducidad de la licencia de aquellos locales que lleven al menos 6 meses sin actividad. La norma permite hacerlo, pero hasta ahora eran los vecinos quienes lo instaban. Del 2009 al 2015 se hizo con 26 en toda Zaragoza, 22 de ellas en zonas saturadas. Del 2015 al 2018, ha habido 7 en total, 5 de esas calles.

Se pretende abordar el problema en su integridad, no solo el del Rollo. Toca poner el foco en las 15 zonas saturadas de Zaragoza, identificadas cada una con una letra, de la A a la Ñ. El grueso de ellas, de hasta la L, se clasificaron así entre 1995 y 1997. Y ahora algunas, como la L (entorno de la calle Florentino Ballesteros) y la plaza José Sinués -ubicada en la C, de Temple y Contamina-, ya han solicitado dejar de serlo.

Lo que se decide ahora es relevante porque el abanico de posibilidades de actuación es amplio. Y va, fundamentalmente, por tres vías: desautorizar zonas, rediseñar las que hay (acotando geográficamente sus calles) y descongestionar. Con un añadido, incluir en la regulación el impacto acústico que se provoca en la vía pública, algo que en los años 90 se dejó a un lado.

MEDIDAS / Entre las medidas planteadas está la posibilidad de desaturizar una zona donde ya hayan cerrado «más del 60% de los negocios» que existían en el momento de declararse como tal, como exige la ordenanza de distancias mínimas. Una opción es mantener solo aquellas «donde existe conflictividad» y eliminar total o parcialmente el resto, y regularlo con la ordenanza de distancias mínimas. Otra es descongestionar las existentes con actuaciones como aumentar el control y la inspección a los establecimientos; incluir la suspensión de licencia en las sanciones por incumplimientos (no solo multas económicas); vigilar el horario de recogida de veladores y terrazas; verificar la instalación de limitadores homologados de sonido en el interior; campañas de sensibilización y educación; y fomentar actividades económicas alternativas «más inocuos», otro tipo de negocios, que cierren antes de las 22.00 horas.