Zaragoza nunca se rinde y los partidos políticos con opciones en las próximas elecciones, tampoco. Cualquier asunto es capaz de levantar las críticas más airadas y el penúltimo pleno de la legislatura en el ayuntamiento, celebrado ayer, en un tenso periodo de entreguerras electoral entre el pasado 28-A y el próximo 26-M, no dio lugar a la cortesía ni a la más mínima tregua. No hubo grandes proclamas de los vencedores del domingo, PSOE y Ciudadanos (Cs), pero se les ve la sonrisa amplia y ciertos guiños de condescendencia al rival. Tampoco ataques demasiado hirientes, por lo que pueda pasar en mayo, a los derrotados, un PP que lejos de curarse las heridas pasaba al contraataque frente a ZeC, con frentes abiertos en lo interno y una relación entre Fernando Rivarés (ahora en Podemos) y el resto cada vez más incómoda. Y el alcalde, Pedro Santisteve, distante con él, llegó a corregirle y afearle su conducta en el momento más tirante de la sesión, cuando llamó «cotilla y alparcera» a la conservadora María Navarro.

La sesión no fue ni tan cortés ni tan comedida como se podía prever. La unanimidad o amplio consenso que conseguían acuerdos como el del convenio con la DGA y la Cámara de Comercio por los antiguos suelos del IFET en el Picarral, la aprobación de la nueva ordenanza de los patinetes o el plan de regeneración del entorno del Pignatelli parecían el marco perfecto para cerrar estos cuatro años diciendo a los zaragozanos que cuando quieren, pueden. Pero en la entreguerra nunca hay paz, solo velan armas. Cargadas, como evidenciaron en el debate más agrio a propósito de los cambios de nombre de ocho calles de la ciudad amparándose en las leyes de la memoria histórica.

La intervención de Vox desde el público, arremetiendo contra ambas leyes y refiriéndose al Che Guevara como un «psicópata asesino», no ayudaba. Pero el debate no iba de eso. La moción del PP pedía revocar esos cambios de ZeC y consensuarlos. Y de paso ahondar en su «sectarismo» y su manera de «usar las calles como elemento de confrontación política», como dijo el conservador Jorge Azcón, que recordó que «empezaron la legislatura cambiando el nombre al pabellón Príncipe Felipe y lo terminan haciendo lo mismo con ocho calles». Pero el prólogo de la ultraderecha le valió a la izquierda para recordarle su «lealtad y amor repentino» con Vox.

Así lo hicieron el socialista Carlos Pérez Anadón y el nacionalista Carmelo Asensio. «Mal futuro le auguro si no aprende la lección del domingo» le dijo este a Azcón. «Pues anda que el tuyo...», replicó el conservador.

La moción salió adelante con el apoyo de un PSOE y Cs que casi calcaron posición y argumentario durante todo el pleno. Con críticas en esta a la «falta de diálogo y alergia a la búsqueda del acuerdo» del Gobierno de Santisteve, como le dijo Pérez Anadón, o a esa «falta de ideas que se sustituye con gestos huecos y sectarios». Y Cristina García, de Cs, a que «han sido torpes y lo siguen siendo». Juntos le dieron el sí a Azcón en esta, pero le dejaron solo en la que el PP pedía prohibir la toma de decisiones del Gobierno a partir del 26 de mayo.

SIN BLINDAR LOS CONVENIOS

Final amargo para el conservador, que recordaba lo ocurrido tras las elecciones del 2015, cuando el PSOE «aprobó medidas valoradas en 30 millones de euros», en aquella mañana en la que el PP le ofrecía a Pérez Anadón ser alcalde y no investir a Santisteve mientras el Gobierno de Juan Alberto Belloch tomaba decisiones por las que luego los ediles que sí asistieron recibían una querella penal. Los ahora favoritos a gobernar, PSOE y Cs, apelaron a respetar las competencias del Gobierno. «Tiene su gracia que algunos ahora digan eso», remató el edil de ZeC Alberto Cubero.

Son síntomas de este periodo de entreguerras. Todos se vigilan, recelan, se marcan en corto. Incluso entre la izquierda, que no se ha puesto de acuerdo para aprobar las modificaciones de crédito que blindarán los convenios y subvenciones del tejido social y vecinal, y todo apunta a que se hará al día siguiente del 26-M. Pese a las críticas de CHA a los socialistas y los intentos de ZeC de zanjar este asunto, ya aprobado inicialmente entre los tres, antes del 26-M, aunque sea en plena campaña electoral y «en un pleno de un minuto». «Venimos, lo aprobamos y dejamos trabajar a las entidades», propuso el propio Cubero.

La derecha lo rechaza y el PSOE desconfía de que no vaya a ser utilizado como argumentario político en días de mitines y promesas electorales. Tampoco se fían, le reconocieron, ni el PP ni Cs, que apelan a ese acuerdo de portavoces de mantener este tipo de debates alejados de la campaña. Y Azcón remató explicando que la izquierda se trata «a bofetadas» pero cuando se acerca el final del mandato, «quieren apurar para colocar a sus amigos y dejar repartidas las subvenciones».