La capital aragonesa ha sido una de las diez ciudades españolas seleccionadas para el Proyecto BEA (Biomonitorización en Adolescentes) que tiene como objetivo conocer la exposición de este colectivo a determinadas sustancias químicas presentes en productos de consumo.

Se trata de sustancias que han sido restringidas para proteger la salud humana y el medio ambiente como bisfenoles, retardantes de llama, ftalatos o mercurio.

El estudio está coordinado por el área de toxicología ambiental del Centro Nacional de Sanidad Ambiental (CNSA) y en el diseño epidemiológico han colaborado investigadores del área de epidemiología ambiental y cáncer del Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos Tercero (ISCIII), informan fuentes de la Delegación del Gobierno en Aragón.

En el BEA participarán quinientos estudiantes voluntarios de 3º y 4º de la ESO de institutos públicos de zonas de diez ciudades en las que hay poca información previa sobre exposición a contaminantes en este sector de la población.

Además de Zaragoza, las ciudades elegidas han sido elegidas han sido: Madrid, Valladolid, Badajoz, Granada, Alicante, Las Palmas, La Coruña, Albacete y Santander.

En cada centro, uno o dos por ciudad, se seleccionaran alrededor de 30 voluntarios del rango de edad elegido, con la misma proporción entre chicos y chicas.

El proyecto comenzó en septiembre con una serie de charlas para informar de los aspectos medioambientales y de salud de los contaminantes seleccionados, explicando al alumnado el contexto y el objetivo del estudio con el fin de captar voluntarios.

Este mes de noviembre se realizará la toma de muestras, para lo que un equipo de expertos del CNSA se desplazará los próximos 8 y 9 de noviembre a los institutos Santiago Hernández y Goya de la capital aragonesa.

Los promotores del estudio estiman que sus resultados aportarán nuevos datos sobre la exposición a estas sustancias químicas, lo que contribuirá a establecer las relaciones entre exposición y efectos de la contaminación en la salud humana.

El fin último del Proyecto es vigilar la exposición a contaminantes ambientales y químicos presentes en la vida cotidiana para prevenir los posibles efectos que pudieran tener sobre la salud.

Los datos obtenidos servirán para poner en marcha medidas que contribuyan a una gestión del riesgo más eficaz dirigida a proteger la salud de la población.

Mediante la biomonitorización se puede conocer la cantidad de sustancias químicas (naturales o artificiales) a las que diariamente está expuesta la población y que han sido absorbidas por el organismo cuando se entra en contacto con ellas para, posteriormente, establecer asociaciones entre esas dosis y los posibles efectos sobre la salud humana.