El Ayuntamiento de Zaragoza celebró ayer el Día de Europa distinguiendo a la asociación SOS Racismo Aragón por su lucha contra la discriminación que ya dura 25 años. Y lo hizo en un momento en el que, según el alcalde, Pedro Santisteve, el continente atraviesa por una «vergonzante crisis de valores» que se está cebando con los refugiados que huyen de un conflicto armado por culpa de las «élites». Con quienes buscan refugio en países «más atentos por vigilar sus fronteras, construyendo muros, vallas y concertinas, y devolver a las personas que piden el derecho de asilo, que a luchar contra el tráfico de seres humanos o acoger a millones de personas que reclaman el derecho a vivir con dignidad», señaló.

«Muchos europeos, tras la dramática experiencia de la segunda Guerra Mundial, se convencieron de que solamente una Europa unida podía garantizar la paz. Frente a ese espíritu de los primeros europeístas, está hoy la lamentable gestión europea de la crisis de los refugiados, la islamofobia desatada a raíz de los atentados del terrorismo yihadista en Occidente o el auge de las opciones políticas xenófobas y de los comportamientos y actitudes racistas en la Unión Europea». Así describía el alcalde la «fragilidad» sobre la que «está construido el edificio de los Derechos Humanos en Europa».

En un momento en el que «no es Europa la que está haciendo frente a una crisis de refugiados, sino que son los refugiados los que están afrontando una crisis de Europa», subrayó Santisteve. Por eso, dijo, la actuación de asociaciones como SOS Racismo «es más urgente». Su «razón de ser» y su «singularidad» justificaban la entrega de la Estrella de Europa de este año por parte del consistorio zaragozano.

Su presidente, José Luis Aliaga, agradeció el galardón municipal --un lienzo del aragonés Óscar Sanmartín--, que viene a reconocer la labor de tanta gente «imprescindible» para cumplir con su labor. Especialmente cuando esta se desarrolla en «un terreno difícil, áspero, que cuenta con no pocos detractores y no se plasma en unos resultados de tipo asistencial más fácilmente cuantificables».

Su misión, explicó, se desenvuelve con nuevos enemigos y con el objetivo de que «el discurso sobre los derechos humanos no se convierta en una letanía vacía, sino en una permanente y vigorosa invocación que siga despertando conciencias a favor de las personas que padecen discriminación».

Por eso, apeló a «un movimiento convencido y capaz de convencer de que la diversidad no es una amenaza, sino fuente de riqueza social». Para que «la sociedad civil se rebele para que la discriminación quede abolida».