Hace ahora algo más de un mes que el salón de plenos del ayuntamiento vio nacer el pacto para el futuro de Zaragoza. En el plano político, el acuerdo lo firmaron los dos partidos del equipo de Gobierno, PP y Cs, junto con el PSOE y Podemos. Vox, el principal socio del alcalde, Jorge Azcón, se levantó de la mesa de negociación antes de que terminara la misma. Como ya había hecho en las Cortes. Y ZeC decidió finalmente abstenerse por no fiarse de las intenciones del Ejecutivo municipal. Cuatro semanas después la división no ha hecho sino que aumentar.

Esas 286 medidas se pactaron y en un mes, como es lógico, pocas se han podido llegar a ejecutar. Pero tampoco se sabe nada de los plazos que se ha marcado el consistorio para implantarlas. Ni de dónde saldrá el dinero para pagarlas. Se está estudiando, se dice siempre.

Hasta el momento, lo más significativo ha sido el plan de concesión de microcréditos que las áreas de Hacienda y Economía han aprobado. Y más vale haberse enterado de ello, pues no han sido pocas las veces que las responsables de ambos departamentos, María Navarro y Carmen Herrarte, han convocado a los medios para hablar del tema. Diez millones de euros para autónomos y pequeños empresarios, sí, pero que han servido para acabar enterrando otros proyectos emblemáticos como la reforma de la avenida Cataluña. Los informes técnicos avalan esta decisión, explican desde Hacienda, pues las obras no se habrían podido ejecutar este año, pero la excusa de los técnicos es tal vez ya demasiado común en el argumentario de los concejales de PP y Ciudadanos.

Misma estrategia

Exactamente lo mismo ha ocurrido con el plan de rehabilitación de viviendas que anunció Azcón hace algunas semanas. Desde entonces lo han vendido en varias ocasiones y con demasiado regocijo. Porque, remarcan, todas las medidas que se toman en esta ciudad son pioneras en el resto del país. Parece que el alcalde tiene claras las líneas a seguir y que sabe lo que publicitar para cubrirse las espaldas de cara a una posible ruptura del pacto firmado con la oposición.

Y es que desde la foto que se hicieron los firmantes del acuerdo el día que estamparon su garabato, han venido otras muchas de Azcón y los suyos, pero ninguna más con los grupos de la izquierda, como si la aplicación del dictamen que nació de la Comisión para el futuro dependiera solo de quien lo debe ejecutar.

Precisamente para evitar que el consistorio capitalizara los resultados de las 286 medidas, Podemos primero y PSOE después buscaron mecanismos para evitar que las medidas sirvieran para mayor gloria de los gobernantes. Los morados sugirieron crear algo así como un gobierno paralelo al oficial (con todos los partidos salvo Vox) con capacidad ejecutiva para implementar los acuerdos. Pero no se aceptó. Y el PSOE llevó una moción al último pleno para crear una mesa de seguimiento que incluyera solo a los firmantes del pacto (todos menos ZeC y Vox). Y tampoco salió adelante.

La estrategia de Azcón, más bien, ha sido la contraria. Apoderarse del acuerdo y aprovecharlo para presentar todas las políticas que no pudo desarrollar durante la pandemia. A falta de un estadio de fútbol buenas son las tortas, que decía el refrán. Y aunque estas tortas contaran con el consenso de los grupos firmantes, la oposición comienza a olerse la tostada.

Por el flanco izquierdo, los que votaron a favor, parecen ya hartos de que los enunciados que se pactaron en su día no se desarrollen contando con ellos. Han de esperar a leer la prensa diaria para conocerlos, y ya si eso después votar a favor. Pecaron de un exceso de confianza que les está pasando factura, pero eran ellos los que tendrían que haber exigido algo más que concreción en los plazos y las formas.

Y por el flanco derecho, Vox, que renunció al acuerdo, avisa. Si el «despilfarro» que para ellos supone este pacto se plasma en los presupuestos del 2021 no serán tan benévolos como en el presente ejercicio.

Total, que el mes que lleva en vigor el pacto para el futuro de Zaragoza ha servido para dos cosas: constatar la estrategia de Azcón para manejar los tiempos de la política y acorralar más los partidos que gobiernan en una corporación cansada de las fotos. Y llevamos solo un mes.