La transformación del mundo actual y el diseño de uno mejor empiezan en la escuela». Esta es una de las principales conclusiones del Congreso Internacional de Innovación Educativa que se celebró este fin de semana en Zaragoza y al que asistieron 1.400 docentes y varios de los principales expertos a nivel internacional. El foro incidió en que la innovación en el aula se ha convertido en «la medida de la innovación de un país y de una sociedad».

Los participantes abordaron, entre otros asuntos, la emoción en el aprendizaje, la transformación de espacios y la innovación en las aulas. En el espacio final de reflexión también participó el psiquiatra e investigador Javier García Campayo, referente en mindfulness en España.

El decálogo elaborado por la organización del congreso subraya además que el colegio debe ser un «sitio lleno de aventuras en el que los docentes propongan retos para conseguir que, cuando las madres y los padres pregunten a sus hijos qué han hecho en el cole, respondan: Nada». Además, otra de las conclusiones incide en que la innovación «hay que compartirla con la comunidad educativa y crear ecosistemas innovadores», así como que «la arquitectura y el diseño son una herramienta para influir en la educación y pueden propiciar que el alumnado deje de ser pasivo en su aprendizaje y se active».

Entre los retos de futuro destaca la necesidad de «educar en el asombro, porque «es el motor del aprendizaje». Para ello es importante que los menores «no estén sobreestimulados, porque esto satura sus sentidos y bloquea el deseo de conocimiento».

Además, apunta el decálogo, «la mejor innovación es la que atiende a los que más lo necesitan. Hay que buscar el éxito de cada uno de los alumnos y personalizar el aprendizaje».

Los expertos también subrayan la importancia de «entrenar al alumnado para hacer preguntas, no solo para dar respuestas». Finalmente, se destaca que «innovar no significa siempre ser el primero. Hay que fijarse en las buenas iniciativas y extenderlas».