Cuando el pleno del Ayuntamiento de Zaragoza se pone a analizar el estado de las finanzas municipales, resulta sencillo que el responsable de gestionarlas, el teniente de alcalde de Economía, Fernando Rivarés, se quede solo en la interpretación de las cifras. Ayer tocaba repasar la cuenta general y el cumplimiento estricto de todos los indicadores que marca la ley sobre la estabilidad presupuestaria -deuda, periodo de pago a proveedores y capacidad de financiación- y se topó con el rechazo unánime de toda la oposición. En bloque le recriminó que sus aparentes buenos resultados se deben a empeorar el gasto que se dedica a los servicios esenciales. Y, como apuntó el PSOE, que un indicador sencillo para evaluarlo es el gasto medio por habitante, que en solo un año ha disminuido más de un 8%. En el 2015 se dedicó 1.125,59 euros de promedio y el año pasado fueron 1.033,94.

Este dato no mide la estadística sino la capacidad de gestión del Gobierno de Zaragoza en Común (ZeC), que habría tenido respuesta fácil solo con recordarle al edil socialista Javier Trívez que en la legislatura anterior, en el 2013 y el 2011, este dato era todavía mucho más bajo, de 994,58 y 989,49 euros, respectivamente. Sin embargo, la bajada se desvelaba como clave de las buenas cifras que presentó Rivarés, al que le señalaron por haber sido especialmente cuidadoso con la «maligna, absurda y fatídica» regla de gasto que, para más inri, «se calcula con los pies». Así la definía él mismo, que sacó pecho de haber reducido la deuda mientras el resto le recriminaba que hubiera dejado sin ejecutar del presupuesto «36 millones de euros más» de los que exige por ley el Gobierno central. «Un 3,56% por encima de lo necesario», recalcó el portavoz de CHA, Carmelo Asensio.

servicios esenciales / Este dinero sirve para financiar los servicios esenciales, en los que se dejaron sin gastar unos diez millones del presupuesto (entre otros para la movilidad, 3,8; vivienda y urbanismo, 3,3; en la limpieza pública, la recogida de basuras o el alumbrado, 1,2). Pero también se incluyen los más de 7,5 millones que había consignados para la acción social.

Toda esta batería de reproches justifica el análisis de la oposición: lo que no se gasta acaba en un remanente de tesorería que, también por ley, obliga a dedicarlo a reducir la deuda a largo plazo. Y, curiosamente, esa fue en el pleno de ayer una de las banderas de Rivarés, quien recalcó que cuando ZeC llegó al gobierno esta representaba un 124% del presupuesto, muy por encima del 110% permitido por el Ministerio de Hacienda, y el año pasado finalizó en el 106% y este se prevé terminar con un 103%.

Rivarés remarcó que Zaragoza en solo dos años ha conseguido que los 851 millones de euros de deuda bancaria se vaya a convertir en «cerca de 737» a finales del 2017. Son 114 millones menos, un motivo de celebración, si no fuera porque todos le reprocharon que se haya logrado a costa del gasto en servicios esenciales al ciudadano. «Que iba a cumplir con la regla de gasto estaba cantado. Que haya dejado un colchón tan grande es de su cosecha», le recriminó el edil socialista Javier Trívez, quien además le recordó el «histórico» desplome en otro indicador: la inversión por habitante ha pasado en un año de 139,8 euros a 43,11.

«La economía del ayuntamiento está yendo por inercia y no por sus políticas», señaló la conservadora María Navarro, quien le acusó de «desidia en la gestión» y apostilló que hay 11,8 millones del remanente por gastar y a Zaragoza «ya le ha costado 52.000 euros» esta espera. Porque ZeC quiere cancelar los créditos que permitirían salir del plan de ajuste y no tiene apoyos.