El barrio zaragozano de San Pablo amaneció ayer con sus 349 nuevas plazas de estacionamiento limitado y de pago, las llamadas zonas azul y naranja, y una imagen insólita en las últimas décadas: un impresionante vaciado de vehículos en nueve calles donde tradicionalmente el aparcamiento no solo escasea, sino que, en algunos casos, es inexistente la posibilidad de dejar el coche. Calles como las de La Salina o Calatorao permanecían con dos o tres coches, como máximo, durante horas, cuando llevan años y años sin que quepa un alfiler.

El estreno, todavía en fase de información --los controladores tienen orden de no multar a nadie durante los primeros días de su puesta en funcionamiento-- han hecho aflorar la picaresca vecinal que explica, solo en parte, las dificultades para estacionar el vehículo en San Pablo. Y es que "han salido de la calle vehículos que llevaban más de un año sin moverse", declararon fuentes de la concesionaria, la empresa Z+M, quienes aseguraron haber visto "cómo sus dueños los tenían que arrancar con baterías porque llevaban mucho tiempo sin usarlos".

Además, numerosos carteles de se alquila plaza de garaje han desaparecido de portales y parkings comunitarios porque, como explicaban ayer residentes de la zona a este diario, hay familias que no usaban su coche, lo dejaban en la calle y arrendaban su plaza para obtener ingresos extra. Así que la rotación era más difícil todavía. "También hay muchos que se guardaban el sitio en la calle y cuando lo movían ya había un familiar o amigo esperando para ocuparlo", apuntaron desde la concesionaria.

PROBLEMA DEL PADRÓN Así que la puesta en marcha de la zona azul ha obligado a pagar o a emigrar a muchos vehículos de la zona, de las nueve calles en las que se ha implantado, trasladando a La Almozara buena parte del problema, al ser la zona más próxima en la que dejar el coche en la calle todavía sale gratis.

Mientras, la empresa Z+M ha puesto a trabajar a cuatro trabajadores en la zona que están realizando estos primeros días una labor más informativa que sancionadora. Y ha recibido ya un aluvión de peticiones: un total de 120 cuando solo lleva un día funcionando, de las que ya se han concedido 60. Y habrá más, porque el vecindario todavía está asimilando la sorpresa de ver tanto espacio para aparcar al lado de casa.

El problema es que tienen que estar empadronados en la zona. Tanto ellos como sus vehículos. Y esa es, al parecer, otra de las características de las calles pintadas de azul y naranja: muchos residentes tienen matriculados los coches en otros municipios. Así que para ellos es imposible obtener plaza por 70 céntimos el día o 2,5 euros un total de cinco días hábiles, si es naranja, o de 1,30 euros diarios si es en zona azul.