Se acaba de cumplir un año desde que muchas comunidades autónomas decidieron cerrar las aulas de todos los colegios. Poco se sabía en ese momento del SARS-CoV-2 y se pensó que podría actuar igual que el virus de la gripe del que los niños son los principales contagiadores.

El inicio de curso en el mes de septiembre demostró que esto no era así. Los niños ni contagian ni se contagian más que los adultos. Mientras tanto, los más pequeños han dado numerosas muestras de su capacidad de adaptación a lo que se ha denominado «nueva normalidad».

Pero tantos meses de pandemia también les ha pasado factura.

Dificultad para dormir, miedo a salir a la calle, menos ejercicio, más pantallas, aumento del sobrepeso y obesidad... Éstas son sólo algunas de las consecuencias del confinamiento y de la situación generada por la pandemia de COVID-19 que los pediatras de Atención Primaria han visto en su consulta en los últimos meses.

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Aunque los cambios se observan en todas las edades, los niños y niñas de 7 a 12 años son los más afectados por la ansiedad, los trastornos del sueño y el aumento de peso.

«La pandemia ha influido de forma muy notable en los hábitos saludables de los niños, y ha afectado a todas las edades y grupos sociales«, explica el doctor Luis Carlos Blesa, pediatra del Centro de Salud de Valencia Serrería.

El especialista asegura que «la impresión del colectivo pediátrico es que ha aumentado la obesidad y el sobrepeso en niños, y de forma notable. Quizá todavía no tengamos cuantificado con exactitud la intensidad o el porcentaje de aumento, pero las evidencias nos orientan en este camino».

Según los expertos en pediatría, este incremento de peso entre lo más pequeños responde claramente a dos factores derivados las restricciones de movilidad necesarias para la contención del coronavirus: el aumento del sedentarismo y la disminución de la actividad física, «tanto en el ámbito lúdico como en el del deporte».

Trastornos psicológicos de los niños

Pero no solamente hablamos de consecuencias físicas, las psicológicas preocupan y mucho a los especialistas en salud infantil.

Tras los meses de confinamiento, los pediatras de Atención Primaria han detectado un aumento de la «ansiedad de los niños: dificultad para dormir, miedo a salir a la calle... también trastornos de sueño y trastornos de ansiedad por separación con familiares graves o ingresados», explica la doctora Concepción Bonet, pediatra del Centro de Salud Segre, en Madrid.

También en este ámbito es pronto para dimensionar el daño psicológico de la pandemia en los niños. «Según encuestas de asociaciones de psiquiatras y psicólogos, el 85% de los padres refirieron haber tenido un buen confinamiento con algún malestar en los niños leve. Sin embargo, en la Universidad Miguel Hernández (Elche) publican que el 67% de los padres han referido malestares en sus hijos de tipo psicológico. No sabemos si se trata de patología o de un proceso adaptativo», indica Bonet.

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En todo caso, los datos que van apareciendo indican que el coste mental de la pandemia en los menores es importante. Prueba de ello son los datos ofrecidos por ejemplo desde el Hospital Niño Jesús de Madrid, donde se ha registrado un 20% más de consultas urgentes de Psiquiatría en el período post confinamiento, o en el Hospital San Juan de Dios, en Barcelona, con un 40% más de ingresos en 2020 con respecto al 2019 en Psiquiatría.

«Estas urgencias hospitalarias han atendido a más adolescentes de 12 a 16 años, sobre todo con trastornos de conducta alimentaria. Pero aún no podemos interpretar estos datos, pues otros centros, como el Hospital de Santa Cristina de Madrid, que también ha recibido consultas psiquiátricas, ha notado una disminución en consultas de adolescentes», subraya Bonet.

Desde la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) consideran que todavía se está a tiempo de actuar, recuperando los hábitos saludables e incidiendo de forma especial en la prevención.

«El papel del pediatra de Atención Primaria y de la enfermería pediátrica es y debe ser siempre relevante en todos los aspectos relacionados con la salud infantojuvenil. Y no olvidemos que nuestro rol preventivo es igual de importante que el terapéutico», subraya la doctora.