No hay más que salir a la calle para tener la sensación de que muchas personas han decidido optar por una máscara de tela para protegerse del coronavirus y proteger a los demás.

No son las más recomendadas en este momento, porque no está claro si cada persona conoce realmente la fiabilidad del modelo que lleva puesto, y lo pone con las garantías suficientes. Pero si son buenas mascarillas y se ponen bien, pueden ser muy eficaces.

Al menos eso es lo que se desprende de la investigación dirigida por Linsey Marr, profesora de ingeniería civil y ambiental en Virginia Tech y una de las principales especialistas en aerosoles del mundo

En esta investigación que acaba de ser publicada en MedRxiv bajo el título “Eficacia hacia adentro y hacia afuera de las mascarillas de tela, una mascarilla quirúrgica y un protector facial”, probaron 11 materiales diferentes que se utilizan para la fabricación.

Y los resultados confirman que no es imprescindible utilizar una mascarilla N95 (el equivalente a una FFP3) para estar perfectamente protegido y evitar contagiar y contagiarse del coronavirus.

Pero tiene que tratarse de un a mascarilla de tela adecuada y debidamente ajustada, para que pueda tener la eficacia necesaria. No vale cualquier cosa y no vale si la ponemos de cualquier manera, por muy buena que sea.

Cómo debe ser la mascarilla

  • Mascarillas de tres capas. La Doctora Marr asegura que lo ideal es que la mascarilla de tela de tres capas: dos capas de material exterior fuertemente tejido, con un filtro intercalado en medio. Y para dar facilidades llega a afirmar que podría hacerse con material de mascarilla quirúrgica con un filtro de café en medio, aunque con el riesgo de que podrían resultar menos transpirables.
  • Si es de dos capas, sobre una quirúrgica. En el caso de preferir una mascarilla de tela de dos capas, puede ser válida si la utilizamos encima de una mascarilla quirúrgica, sobre todo si estamos en lugares interiores o con aglomeración de personas, como tiendas, transporte... Porque una mascarilla de tela que se ajuste bien, con una tercera capa de filtro puede detener del 74% hasta el 90% de las partículas peligrosas.
  • Material flexible. Otra de las conclusiones de esta investigación es que, a la hora de elegir una mascarilla, lo ideal es que esté hecha de material flexible, porque cuanto más rígida sea, más espacios dejará y por ellos se colará el virus.
  • Con alambre en la nariz, mejor. Una cuestión muy importante es la necesidad de que se adapte a nuestra cara para quedar bien ajustada. Y para lograrlo, si tiene un alambre que pueda moldear su forma alrededor de la nariz es más fácil que su colocación sea la idónea.
  • Preferible a la cabeza que a las orejas. También aporta este estudio la cuestión de que son mejores las que se ajustan por la cabeza que las que se cuelgan de las orejas porque estas últimas pueden dejar más espacios en la cara y son más difíciles de soportar cuando se trata de darles un uso prolongado.
  • Los protectores faciales, sólo con mascarilla. También incluyeron en el estudio los protectores faciales, llegando a la conclusión de que por sí solos no valen para casi nada. Ofrecen una mínima protección, si es que protegen algo. Y por muy impermeables que sean, los espacios que dejan son auténticas “autopistas” para el virus.

Sin embargo, si los sumamos al uso de una mascarilla será muy bienvenido, por la protección que aporta a nuestros ojos, que no dejan de ser un lugar por el que puede entrar el virus.

Una protección segura, bien utilizada

En este estudio dirigido por la doctora Marr, probaron en las mascarillas de tela tanto la protección que daban hacia afuera (a los demás) como la protección interna (la propia). Y a la afirmación ya sabida de que son especialmente eficientes para proteger a los demás, añaden que frenan a los virus entrantes casi al mismo ritmo.

Claro que para que todo ello sea posible es absolutamente imprescindible utilizar las mascarillas correctamente. Tanto en los tiempos de uso como en la colocación. Se trata de respirar a través de la mascarilla, y no esquivando la mascarilla, como hacen algunos. Porque en esos casos nos librará de las multas, pero no de la enfermedad.

En todo caso, la especialista en aerosoles ha llegado a decir que “debemos tener claro que algo siempre es mejor que nada. Incluso la máscara de tela más simple, de una sola capa de material, bloquea la mitad o más de los aerosoles que creemos son importantes para la transmisión.”

Por supuesto que es preferible optar por un tejido más ajustado, con más capas y mejor, porque estaremos mucho más seguros. Pero lo peor es no llevar nada.