Desde que se inició en España el éxodo rural y abandonamos de forma masiva nuestro lugar en el campo para habitar las ciudades, el ser humano ha desconectado de forma progresiva con la naturaleza.

Hemos dejado de estar pegados a esa parte de nuestra existencia. Y ahora la investigación viene a demostrar que más allá de unas buenas vistas, el contacto con la naturaleza, los baños de bosque en Japón, reducen el estrés y la ansiedad que nos provoca la pandemia. Nos aportan un sinfín de beneficios ligados, especialmente, a nuestra salud psicológica.

Hemos creído que nuestra vida debía ser únicamente sobre asfalto, borrando cualquier vestigio que tuviera algún rastro verde ¿O acaso no es signo de deterioro el ver una ramita creciendo en la fachada de un edificio?

Nos hemos separado de ella y si intenta abrirse paso entre nosotros, se lo cortamos.

Pero con la explosión de la pandemia de coronavirus muchos han sido los que han decidido volver a los orígenes y refugiarse en el campo.

Dejar atrás la ciudad y apoyarse en las facilidades tecnológicas del teletrabajo para emprender una nueva vida rodeados de naturaleza.

Esa forma de poner pies en polvorosa ahora está respaldada por la ciencia como una manera de lidiar mejor con la pandemia: “Pensar en el mundo natural de una manera interconectada y armoniosa corresponde a una mejor salud psicológica”.

Son palabras de Brian W. Haas, profesor asociado en el Programa de Ciencias del Cerebro y del Comportamiento en la Universidad de Georgia, en Estados Unidos, y autor principal de la investigación que confirma los efectos positivos de la naturaleza en nuestra pelea diaria con la Covid-19.

Naturaleza y baños de bosque reducen el estrés y la ansiedad

El equipo de investigadores de la Universidad de Georgia se propuso como objetivo valorar y cuantificar la relación que existía entre nuestra salud psicológica por culpa de la pandemia de coronavirus y la influencia que sobre ella tiene nuestra conexión con la naturaleza.

Para lograrlo pusieron en marcha análisis tanto en Estados Unidos como en Japón con los que medir el impacto que la Covid-19 está teniendo sobre nuestras vidas.

El estudio abarcaba desde los niveles de estrés y ansiedad de los sujetos, pasando por el efecto que la crisis había tenido sobre sus ingresos y sus empleos, y el grado de conexión que tenían cada uno de ellos con la naturaleza.

Lo más destacado de la investigación es que aquellos sujetos que tenían una mayor conexión con la naturaleza reflejaban niveles de estrés menores que quienes no estaban en armonía con ella.

“Esta es una gran lección, se trata de un momento en el que debemos empezar a apreciar realmente que cuestiones como nuestra relación con la naturaleza sí importan y tienen un impacto en cosas más tangibles como nuestra salud mental, que a menudo olvidamos», dice Fumiko Hoeft, profesora de ciencias psicológicas y directora del Centro de Investigación de Imágenes Cerebrales de UConn.

¿Relación de dominación sobre el planeta?

Al haber contrapuesto en el estudio sujetos de dos culturas tan diferentes como la norteamericana y la japonesa, cuando la investigación bajó al detalle sobre la manera de relacionarse con la naturaleza descubrió diferencias entre unos y otros.

Para los habitantes de Estados Unidos su relación con el medio en el que viven se basa en la dominación. Mayoritariamente consideran que “deben ser ellos quienes deberían ser los dueños de lo natural”.

Pues bien, según el estudio, es este grupo de personas quienes están sufriendo más que ningún otro los efectos de la pandemia a nivel psicológico y de estrés.

Todo lo contrario que en Japón, donde la relación de sus ciudadanos con la naturaleza nada tiene que ver con la dominación, sino más bien con la vida en armonía formando parte de ella.

Tanto es así que en japonés existe una expresión conocida como Shinrin-Yoku, que traducida significaría algo así como baño de bosque, y que según los investigadores “tiene un impacto real en la salud psicológica de la población. Hay verdad científica detrás de su práctica”.

Insiste Hass en que su investigación está “mostrando de manera muy convincente y con datos empíricos que durante un momento tan difícil como en el que estamos ahora es importante hacer este tipo de cosas para mantener en perfecto estado nuestra salud psicológica”.

En qué consiste la técnica del Shinrin-Yoku o baños de bosque

Estos ‘baños del bosque’ típicos de la tradición japonesa han venido creciendo desde 1982 cuando el gobierno del país y sus autoridades sanitarias empezaron a recomendarlos basándose en los beneficios que tienen a nivel psicológico.

Este arte milenario, que proviene del budismo, apuesta por reintegrarnos en la naturaleza a través de los cinco sentidos.

Ayuda, como señala la investigación de la Universidad de Georgia, a rebajar los niveles de estrés y ansiedad.

El reconectar con la naturaleza, hacerlo en silencio, y dejar atrás los impactos constantes a los que nos vemos sometidos, y más ahora lidiando con la crisis de la Covid-19, ayuda a que aumente la sensación de tranquilidad como consecuencia de la bajada de nuestra tensión arterial, que además llevará aparejados beneficios para nuestra salud cardiovascular.

Se trata de caminar durante algunos kilómetros por la naturaleza, hacerlo en silencio y dejándonos imbuir por lo que de allí se desprende.

Tal es el beneficio, que cada año acuden más de cuatro millones de japoneses a las sesiones de Shinrin-Yoku que se realizan en los 48 centros oficiales que tiene repartidos por el país la Agencia Forestal de Japón.

“Durante nuestra evolución hemos estado el 99% de nuestro tiempo en entornos naturales. Nuestras funciones fisiológicas están todavía adaptadas al medio natural y por eso los sentimientos de bienestar y confort que experimentamos están casi siempre relacionados con este tipo de entornos”, destaca Yoshifumi Miyazaki, antropólogo fisiológico y vicedirector de Chiba University’s Center for Environment, Health and Field Sciences, de Japón, hasta el año 2018.

Mizayaki, que sigue ligado profesionalmente al University’s Center for Environment, Health and Field Sciences, investigó en 2004, en más de 600 sujetos, cómo quienes disfrutaban de estos baños de bosque habían logrado disminuir “la hormona cortisol, que se encarga de regular los niveles de estrés, en un 12,4%; la actividad del nervio simpático en un 7%; y la presión sanguínea en un 1.4%”.

La investigación concluyó que entre los que practicaban de manera continuada el Shinrin-Yoku se experimentaba una reducción del 6% en el número de infartos.

Interactuar con la naturaleza, tiene recompensa.

En un país como Japón donde se acuñó hace décadas el término karoshi para definir las muertes por exceso de trabajo, la naturaleza les ha permitido a recuperar el equilibrio y ahora, en este tiempo complejo de pandemia, están teniendo una ventaja competitiva.