El CAI Zaragoza puso punto y final a la Copa 2014 con una dura derrota pero consciente de que ha hecho historia. El equipo cedió en semifinales ante un arrollador Real Madrid, lo que no resta ni un ápice de mérito a lo que ha hecho el equipo zaragozano. Málaga ha sido la confirmación de que el conjunto aragonés ha llegado a la élite del baloncesto español para quedarse. El CAI va dando pasitos, a veces pueden parecer imperceptibles, pero su progresión no solo mantiene una línea ascendente sino que es sólida, fruto del trabajo, de buenas decisiones, de una acertada planificación, de saber el camino.

El capitán del equipo resumió el sentir del vestuario: "Ahora estamos tristes, pero mañana estaremos orgullosos de lo que hemos hecho. Lo estamos de haber llevado a este equipo a su primera semifinal y esto nos tiene que fortalecer", señaló Albert Fontet pensando ya en el partido del miércoles en Zagreb. También José Luis Abós aseguró estar "tremendamente orgulloso" de su equipo. "Hay que estarlo porque este grupo nos ha traído hasta aquí, a una semifinal de Copa por primera vez. Y espero que no sea la última", añadió el técnico.

Aunque ayer no lo pareciera, pese a que resultara difícil verlo tras la derrota, lo cierto es que el equipo ha hecho historia. Otra vez. La temporada pasada fue un hito difícilmente igualable. El CAI fue tercero en la Liga Endesa, solo le superaron los dos clubs de fútbol con los que nadie puede competir en presupuesto, estructura, posibilidades... Pues apenas unos meses después de tumbar al Valencia en aquel playyoff inolvidable y colarse en las semifinales por el título, el equipo de José Luis Abós ha dado un paso más, ha ido aún más allá, se ha superado a sí mismo y ahora es también semifinalista de la Copa del Rey, el torneo en el que toda Europa y parte del resto del mundo tiene puestos los ojos durante cuatro días, la competición a la que solo acceden los ocho mejores de la ACB.

Ganar a un equipo al que no ha ganado nadie es un reto estimulante a la par que complicado. En el deporte no existen los imposibles, pero hay cosas que se le parecen y esta era una de ellas. En España nadie ha derrotado aún al equipo de Pablo Laso, que no solo gana, sino que convence con un juego atractivo y espectacular. Para el CAI el triunfo ya es estar ahí, plantarse ante el Everest e intentar subirlo sin oxígeno. Alcanzar la cumbre hubiera supuesto la gloria, no llegar no es ninguna derrota.

REINVENTARSE El mérito del CAI Zaragoza está, además, en haberlo conseguido con un presupuesto muy ajustado y después de cambios significativos en la plantilla. En verano se marcharon jugadores importantes, muy importantes, claves en el engranaje de la maquinaria de Abós. El CAI ha tenido que reinventarse sobre la marcha, con dos competiciones a la vez y prácticamente la mitad de sesiones de entrenamiento. A pesar de la irregularidad mostrada en algunos tramos, el equipo volvió a la Copa por derecho propio, pelea por entrar en octavos de la Eurocup y ahora quiere volver al playoff por el título.

Treinta años después de la fundación de la ACB hay clubs que siempre han estado ahí, otros que fueron cayendo por el camino incluso con un palmarés brillante, algunos que alcanzaron lo más alto de manera efímera, que tuvieron su momento de gloria y ahora se mantienen en la clase media. Este CAI es un poder emergente, aire nuevo en el baloncesto. Mirado con detenimiento, su auge es vertiginoso. Todavía no ha terminado de pagar su plaza ACB --este año es el último-- y ya suma dos presencias en la Copa y dos semifinales, la de Málaga y la de la Liga de la temporada pasada, y el debut europeo. ¿Dónde está el límite de este equipo? Si mira hacia arriba, solo ve el cielo. El CAI ya es un grande.