José Luis Abós recibió muchos premios y homenajes en vida. Aragonés del año en Deportes en el 2013, medalla de Santa Isabel de Portugal de la DPZ, entrenador del año para la revista Gigantes, Zaragozano Ejemplar para el Ayuntamiento de Zaragoza... reconocimientos que el técnico recibió con tanto orgullo como modestia. Pero si uno le llegó especialmente al corazón fue el que le dedicó la afición, su afición, antes del partido de presentación del CAI Zaragoza ante el Real Madrid el pasado 1 de octubre. "Esa es la imagen de José Luis. Su esposa lo recordaba y nos decía que José Luis no pudo estar pero lloraba como un niño. Más que de tristeza, de emoción por todo lo que ha conseguido. Al final es lo bonito, que la gente te aplauda por lo que has conseguido", explica Reynaldo Benito.

Fue un homenaje sincero, nacido de un profundo sentimiento de gratitud, directamente del corazón. Con las luces apagadas, después de presentar a todos los jugadores, a los nuevos técnicos, tras los aplausos propios de la ilusión por un nuevo curso, apareció la imagen de Abós con el chándal del CAI, sonriente, en el videomarcador. No hizo falta decir nada más. El público se puso en pie y comenzó a ovacionar al técnico. Con el corazón en las manos y un nudo en la garganta.

Fueron dos minutos como podían haber sido doscientos. La grada aplaudía, palmeaban también los jugadores, los que lo tuvieron como entrenador y los que no, lo aclamaban asimismo los técnicos, sus sucesores pero, sobre todo, sus amigos, especialmente un Joaquín Ruiz Lorente visiblemente emocionado, cabizbajo, mirando la imagen de su compañero de banquillo proyectada sobre el parquet. Mientras, los Inchas Lleons desplegaron una pancarta enorme con otra imagen de Abós, negro sobre fondo rojo, y un cartelón con la leyenda You'll never walk alone, nunca caminarás solo. Ese día José Luis Abós lloró como un niño. Ahora las lágrimas caerán por su ausencia.