Ya no hay ninguna duda. El Casademont Zaragoza va en serio en la Champions League. Muy en serio. Que se lo pregunten si no al Dijon, líder del grupo C, la última víctima del equipo aragonés. Pareció un grupo vulgar, absolutamente desdibujado, fuera de sitio, ante la exhibición del conjunto zaragozano: 73-105. Un festival anotador liderado por Robin Benzing y sus 32 puntos con 8 triples pero consolidado con otro gran esfuerzo defensivo de todo el grupo y con un juego inteligente en ataque. De esta manera tan brillante ha certificado el Casademont su pase a octavos de final. Ahora debe pelear en las últimas dos jornadas por los dos primeros puestos del grupo, que le asegurarán el factor cancha en las eliminatorias.

Fue una victoria aplastante, una más de este Casademont acostumbrado a lo imposible, a hacer normal lo extraordinario. Al que le da igual jugar en casa que fuera. Cuando se pone el mono de trabajo, cuando sale a por todas, es imparable. El dominio sobre el Dijon fue continuo, aunque las diferencias no se abrieron hasta la segunda parte. En la primera, el Casademont sentó las bases. Una buena defensa que provocó numerosas pérdidas en el rival y un gran trabajo en el rebote. Además, un acierto de tres suficiente como para dominar. Pero la puntilla llegó en la segunda parte con una lluvia de triples que dejó al Dijon calado hasta los huesos. Sobre todo fue Benzing, pero también se sumaron Seeley, Brussino y hasta Krejci al final, y la diferencia fue creciendo hasta los treinta puntos ante la incredulidad, el enfado y el desconcierto local.

EL COLECTIVO / El Casademont Zaragoza no tiene una estrella. Un Gary Neal que gane partidos por sí solo. Pero, como dice Fisac, tiene muchos jugadores que hacen muchas cosas que ayudan a ganar los partidos. Y cada día brilla uno. Ayer le tocó a un Benzing que, en las últimas semanas, parecía condenado, casi resignado, a un papel secundario. No había encontrado todavía su momento el alemán y se destapó en Dijon con 8 triples que igualan la marca que ostentan Gecevicius y Okoye en la Liga ACB. Fue uno de esos días en los que al jugador le entra todo tire como tire y tanto él como el equipo tuvieron la suficiente inteligencia como para buscar siempre esa opción. Es también su mejor marca personal, ya que hasta entonces su máximo habían sido 7 en un mismo partido.

Si en la primera parte el Casademont ya había sido mejor, en la segunda pasó por encima del Dijon. Fue la tormenta perfecta, un huracán que arrasó todo a su paso y dejó congelado el pabellón galo. No dejó a su oponente ningún resquicio, ninguna rendija, por la que divisar la remontada. Se la negó de todas las maneras posibles. El equipo de Legname, enfadado como de costumbre, no supo cómo reaccionar. Ni siquiera gastó apenas personales en el tercer cuarto. La victoria quedó decidida mucho antes del final del partido.

El Casademont va muy en serio. En cuanto olió la sangre, se tiró a la yugular para no dejar respirar al rival. Fisac, al contrario de lo que hacía las primeras jornadas, apenas cambió en el tercer cuarto para que el equipo consolidara su ventaja con el quinteto que tan buenos réditos le estaba dando. El técnico apostó por Radovic cuando Vázquez se cargó de personales y fue un acierto. El montenegrino rindió a la perfección. El resto hizo el trabajo que le correspondía, cada uno en su papel. Benzing se vistió de estrella. Y el Casademont ya está en octavos de la Champions.