Que subir a la ACB no va a ser un camino de rosas ni un confortable paseo por una alfombra roja escuchando vivas , piropos y elogios ya lo sabía el CAI antes de comenzar la Liga. Que eso es una realidad palpable, que provoca dolor y desazón cuando se cruza en tu camino, lo vivió ayer el equipo aragonés en carne propia. La derrota contra el Algeciras, la segunda consecutiva de la temporada, fue una bofetada tempranera en la cara y llegó después de un partido desordenado, jugado a un nivel insuficiente y que sirvió para descubrir que en la LEB de este año hay 18 equipos como el pasado y que, algunos de ellos, como el Algeciras, no juegan con mancos ni con los brazos atados. El CAI, que hizo su peor encuentro, tendrá que elevar su nivel para enderezar el rumbo y, al tiempo, rezar para no cruzarse en su camino con parejas de árbitros cómicas como la de ayer.

El derrumbamiento defensivo durante 30 minutos, el atasco monumental contra la zona del Algeciras y la confusión y el aturullamiento en ataque propiciaron que el encuentro se metiera en un embudo en el último minuto. Tras una antideportiva a Cilla y un pack con personal y técnica a Urtasun, el equipo andaluz, que jugó sin Serrano ni Stacey y con un americano muy malo (Myles), volteó el marcador y se puso por delante tras anotar cinco tiros libres seguidos (76-77). Paradójicamente, su carrusel de desaciertos desde la línea de personal en los instantes finales permitió que el CAI todavía empatara el encuentro a 81 a falta de diez segundos.

EL PUNTO DE GUILLEN Sin embargo, el equipo de Quique Gutiérrez no tiró a la basura el último ataque y sacó un rendimiento máximo a la falta que los árbitros señalaron a John Brown con el tiempo casi cumplido. Guillén le puso suspense al desenlace del partido y erró el primer tiro libre. En el segundo no falló y el Algeciras ganó un partido que resolvió con mejor criterio, más serenidad y apoyándose en la resurrección del Tuky Bulfoni tras el descanso.

La tremenda espesura con la que atacó el CAI, las dificultades que le puso el Algeciras por su buen tono en la destrucción y el descenso progresivo en el nivel defensivo, personificado en el flojísimo partido de Asier García y en el desquiciamiento arbitral de Reynolds, ocultaron el magnífico encuentro de Jesús Cilla, sensacional en la primera parte, resolutivo en el último cuarto y omnipresente en todo momento.

A la vuelta de tres semanas, el CAI afrontará tres partidos seguidos fuera de casa (Cáceres, León y Plasencia) en los que necesariamente tendrá que dar un paso al frente, creer en un sistema excesivamente sistematizado, mejorar sustancialmente en defensa, aprender a derribar zonas y enfocar el punto de mira desde el perímetro. Y, todo ello, en partidos en los que habrá dos árbitros como los de ayer, dispuestos a pitar lo que no es cuantas más veces mejor.