La primera... en la frente. Esto no va a ser un camino de rosas, ya se sabía, pero desde ayer mucho menos. La rampa que separa al CAI de la ACB tira un poco más en cuesta tras recibir ayer una dolorosa derrota en la apertura de la serie definitiva. El Granada se llevó el gato al agua aupado por su juego más hecho y consolidado y en un arranque espectacular que condenó al CAI a vivir a rebufo todo el partido, viendo la espalda de su rival. El conjunto de Julbe cometió el pecado mortal de salir adormecido, como si no supiera la relevancia del encuentro y desperdició la oportunidad de dar un golpe de efecto en la serie. A cambio sufrió un cachete sonoro en su autoestima, que deberá remediar mañana mismo (19.30), en el mismo sitio, ante el mismo rival, con el resultado de la victoria final para no regresar a Zaragoza con la lápida del 2-0 sobre su consciencia.

Fue el Granada el que asestó la primera puñalada de una lucha a vida o muerte, cuyo premio, la ACB, está ahora más cerca de los andaluces que de los zaragozanos. Lástima. Pero en un playoff no hay tiempo para los lamentos. Ni para el respiro. Esta cláusula la debe saber todo aspirante al ascenso y parece que Valdeolmillos la tenía bien memorizada. Julbe, no. Al CAI se le pegaron las sábanas y cuando quiso levantarse, el Granada ya le había encerrado en su telaraña (8-0, min. 4).

PRECIPITACION El arranque local habla bien de Valdeolmillos. Ató bien atado a Otis y dejó a Ciorciari hacer a su antojo, pero anulándole la salida al contragolpe. La visión era paradójica. Por un lado, cuando atacaba el Granada, el orden era extremo. Un calculado juego dentro-fuera fue aprovechado por Ordín (7 puntos), un base ACB --y aragonés--, y un soberbio McGhee (13 puntos) para airear las vergüenzas de la complaciente defensa aragonesa. En el otro hemisferio, cuando atacaba el CAI, todo era precipitación y anarquía. Sólo el acierto en los triples evitó una debacle vergonzosa (26-13 en el primer cuarto).

Julbe rotó sus piezas, pero no paró el recital nazarí. Valdeolmillos fue más pillo. Utilizó el mismo jarabe que se le atragantó al Plasencia. La pícara rotación de defensas terminó de marear al CAI (47-29), que sólo despertó cuando encontró, cómo no, a Otis. Un 2-7 antes del descanso (49-36) abrió cierta ilusión.

REMONTADA BALDIA La esperanza se agrandó más por coraje que por méritos. El sacrificio colectivo en defensa y el apoyo en los valores de siempre (Otis, Lescano y Ferrer) llevaron al CAI a hacer un esfuerzo heroico (66-62). No fue suficiente. El Granada se encontró a sí mismo en el esprint final. Dos triples de Ordín y Fernández destrozaron el sueño de un CAI al que ayer le faltaron muchas piezas. Ciorciari y Oscar perdieron por goleada la batalla por la base, Walls demostró todas sus carencias ofensivas y los actores secundarios (Esmorís, Sabaté...) fueron reducidos a su mínima expresión.

El cuadro de Julbe debe levantarse ya, de inmediato, y reconocer sus virtudes. Las tiene y con ellas puede dar un buen susto al Granada. No sería nada novedoso. Pasó en Plasencia, ahora tiene que repetirlo y superar el suspense del 1-0. Ayer, se perdió una batalla, pero la guerra a penas acaba de comenzar. Y el CAI está herido, pero vivo... y es peligroso.