El Casademont Zaragoza ya sabe lo que es jugar con fuego y quemarse. Cedió ante el Telekom Bonn (72-77) en un partido en el que no le bastó con tantear el terreno y llegar bien al final para llevarse la victoria, como tantas veces, en el que no fue suficiente con remontar y llegar dominando al tramo decisivo. La falta de continuidad en su juego y el mejor hacer del Telekom, que aprovechó a la perfección los errores aragoneses, provocaron la primera derrota del equipo de Fisac. Esta vez un poco no fue suficiente. Nada es definitivo en este igualado grupo D, pero el Casademont perdió una excelente oportunidad de, precisamente, sobresalir entre tanta homogeneidad.

El partido fue frío, falto de la chispa habitual del equipo, no muy espectacular para la vista. Al Casademont le costó muchísimo, si es que alguna vez llegó a hacerlo, dar continuidad a su juego, imponerse en defensa, hacer fluir su ataque. Sufrió con los jugadores más bajitos pero muy móviles del Bonn y acabó con unos porcentajes de acierto bajísimos, un 17,9% en triples y un 37,1 en tiros de campo. Por eso capturó hasta 51 rebotes, pero ni con segundas ni hasta terceras opciones anotó en muchas ocasiones el equipo aragonés. Casi peor fue lo de los tiros libres: 12 desperdició el cuadro zaragozano. Una suerte que pudo ser clave en un choque tan igualado.

Lo cierto es que, sin apabullar, el Telekom estuvo algo más sólido. Ambos equipos intentaron imponer sus armas y contrarrestar las del rival. Después de la lluvia de triples de la ida, el Casademont quiso frenar al Bonn desde el 6,75 y lo consiguió durante muchos minutos, pero los jugadores germanos eran más rápidos y siempre aparecían solos debajo del aro. Después los aragoneses fueron sumando pequeños problemas, como las faltas de Barreiro primero y de Radovic después, y el frenético ritmo de rotaciones de Fisac no conseguía mantener al equipo estable en la pista. Fue el típico partido europeo que se está viendo este año en el Príncipe Felipe. Y, como siempre, pudo ganar el Casademont.

EL CAMBIO / Porque pareció que iba a cumplirse el guion habitual y esperado. Partido de tira y afloja, alternancias en el marcador y arreón final del equipo local para sentenciar en el último minuto. Lo pareció porque hubo un momento en el que el Casademont se pareció al Casademont. Se puso las pilas en rebote, dio velocidad a su juego y apareció Hlinason como un coloso para imponer la ley del más fuerte (o del más alto, en su caso) en ambos aros. El islandés estuvo sensacional y catapultó al Casademont, que encontró en él la referencia que no había tenido hasta entonces ni por dentro ni por fuera. Empezó el último cuarto con 51-55 y en poco más de cinco minutos se puso 67-58. Era la máxima ventaja del partido para el equipo local, que ya parecía embalado hacia el triunfo.

Pero el Telekom comenzó a recortar y, cuando estaba a dos puntos, Fisac sentó a Hlinason y jugó sin cinco. Con cinco puntos de ventaja llegó a los últimos dos minutos (70-65), pero esta vez el parcial abultado a favor para ganar lo protagonizó el Telekom. Del 70-65 se pasó al 72-77 final, un 2-12 en poco menos de dos minutos ante el que el Casademont se quedó sin respuesta, por más que lo intentara agónicamente con faltas que no llegaron a ninguna parte. Se había quedado sin referencia ofensiva. Se le apagó la luz.

Así que se queda con cuatro victorias en medio del grupo D, a solo una del líder pero también únicamente una por encima del colista. Y sobre todo, con la sensación de haber dejado escapar una magnífica oportunidad. Ha perdido los dos partidos con el Telekom Bonn y ahora habrá que ver si es suficiente con ganar solo los partidos de casa para clasificarse o hará falta algún esfuerzo más lejos de Zaragoza.