Toda derrota sabe amarga, repele al coraje del deportista, pero en ocasiones esa tristeza se mezcla con una sensación placentera. En este cóctel de sentimientos rivales pereció ayer el CAI en Fuenlabrada, en la casa de un grande, y recibió el primer bofetón de la temporada. Pero el golpe fue amortiguado por el juego notable, sobresaliente en la primera parte, que realizó el cuadro de Quintana en el polémico retorno del entrenador cántabro a su antigua casa.

El CAI perdió, pero igualmente pudo haber ganado en un duelo total, tremendamente igualado y en el que sólo la desconexión del equipo aragonés a falta de cinco minutos para el final permitió el estirón mortal del Fuenlabrada (67-57). Una reacción postrera, liderada por un activo y pícaro Ciorciari (parcial de 6-0 con seis puntos del argentino), resucitó a falta de 15 segundos (71-69) la esperanza de un triunfo visitante, aunque la serenidad del Fuenla liquidaron la faena ante el entusiasmo de la afición madrileña.

DUELO DE TITANES Antes de llegarse a este punto, el choque circuló por un paisaje parejo y que en algunos instantes se elevó hasta una dimensión superior y cercana a la ACB. Con un ritmo vertiginoso, de baloncesto de refinada escuela, el Fuenlabrada y el CAI salieron a la pista para demostrar a toda la Liga que esta competición les viene pequeña. La carga ofensiva y emotiva eclipsó los sistemas defensivos de Quintana y Casimiro. El Fuenlabrada bailaba al libre albedrío por la pintura con un Salva Guardia hipermotivado (14 puntos en el cuarto). El CAI respondió con acierto triple (4/8), transiciones meteóricas y la réplica interior de Brown. Las rotaciones no rebajaron ni el nivel ni el espectáculo y el CAI salió ganando en el pulso de banquillos. La entrada de Ciorciari y Asier Garcia (8 puntos con 2 triples en este cuarto) permitió al equipo aragonés atesorar sus únicas y esporádicas ventajas (30-31 y 43-44).

En el descanso se perdió toda ese chispazo de genialidad. La segunda parte devolvió a los dos equipos al gris escenario de la LEB. El desconcierto, las pérdidas (30 entre los dos) y el trabajo defensivo se adueñó del parqué y de un CAI, huérfano otra vez de Lescano, que tardó seis minutos en anotar. Por suerte, el Fuenlabrada cayó en el mismo pozo, aunque mantenía una ligera ventaja. El hachazo definitivo llegaría en la última secuencia. Dos antideportivas casi seguidas (la última más que rigurosa) permitieron al conjunto local almacenar diez puntos de ventaja, insalvables ya para un CAI que lo intentó y, que a pesar de la derrota, ofreció la imagen de un equipo bien preparado con sólo dos jornadas de rodaje en la pista (con la suya) más exigente de la LEB.