Pasa el tiempo, pasan los jugadores, incluso los entrenadores aunque sea por causa de fuerza mayor, y lo que no cambia es el espíritu. El CAI Zaragoza dejó cosas buenas y malas en su presentación ante el Real Madrid, una primera parte blanda en defensa, una segunda con mejor actitud, una buena muestra de la capacidad ofensiva del grupo pero, sobre todo, evidenció su carácter trabajador, exhibió constancia y se negó a bajar los brazos aun en un encuentro amistoso, pese a tener enfrente a un rival casi inalcanzable, aunque el resultado fuera lo de menos. Perdió el CAI (75-77) pero tuvo opciones de ganar y, lo que es más importante, convenció a su público en la segunda mitad.

Se vio sobre la pista algo que podía intuirse sobre el papel. Este CAI, esta plantilla 2014-15, tiene muchos puntos en las manos, grandes anotadores en cualquier posición, jugadores con talento, que se fajan hasta conseguir canasta como Jelovac, que lanzan bombas perfectas que caen limpias como Robinson, que vuelven a bailar en la pintura como Norel. Por ahí no se intuye ningún problema para el equipo de Ruiz Lorente porque cualquiera puede sumar.

PROBLEMA INTERIOR

La defensa es otro cantar. No depende de la calidad sino sobre todo del trabajo, del sacrificio, de la coordinación como equipo. Sufrió en esa faceta el CAI sobre todo en la primera parte. Los interiores blancos encontraron enseguida la laguna local y luego se unieron lanzadores de precisión como Carroll o Lllull, que no necesitan ni tiempo ni espacio para clavar un triple. Solo cuando lo solventó en la segunda, cuando ahogó y forzó al Madrid, pudo ir recuperando terreno, empatar al término del tercer cuarto (57-57) y ganarse el derecho a disputar el partido.

Es cierto que el CAI sufrió en defensa, sobre todo por dentro, tanto como que le faltaba el jugador llamado a solventar, al menos en parte, ese problema. Rasko Katic, con menos de 24 horas en la ciudad, no saltó a la pista. El resto de novedades dejaron una grata impresión. Kevin Lisch es un base solvente, curtido y capaz también de anotar, lo que mejora el puesto con respecto a la temporada pasada. Robinson empezó a enchufar puntos como si fuera una máquina de precisión, Jelovac fue de los más aplaudidos porque el público admira el talento pero siempre acaba idolatrando la entrega, la intensidad, al que nunca se rinde.

Landry y Goulding no tuvieron su día desde el triple aunque mostraron otros recursos y Joan Sastre fue el jugador de equipo que se espera. Más allá de errores individuales, de las imprecisiones propias de un equipo aún en construcción, el problema del CAI en la primera parte fue la defensa, insuficiente incluso para un amistoso veraniego, más ante un rival para el que hacer puntos es, o parece, lo más sencillo del mundo.

LOS DETALLES El equipo de Ruiz Lorente se ajustó tras el descanso, mejoró su rendimiento atrás y, sobre todo, mantuvo la misma actitud, trabajó de la misma manera, hasta el último segundo de partido. Solo así pudo frenar al Madrid, especialmente en un tercer cuarto en el que le endosó un parcial de 25-10, espoleado por su mejora, enchufado definitivamente por la antideportiva de Mejri a Jelovac. En los últimos diez minutos fueron únicamente los detalles, unas pérdidas de más especialmente, los que acabaron decantando el marcador. El CAI capturó más rebotes que su rival (35-31), estuvo más acertado desde el tiro libre y aguantó el pulso desde el triple. Encontró el camino en la segunda mitad porque este equipo, pese a tanto cambio, no ha perdido el espíritu que define al CAI Zaragoza. Eso es innegociable.