Es el paradigma de lo que le ha sucedido al CAI en la primera vuelta. La aparición intermitente, dispersa y nunca coincidente en el tiempo de los cuatro jugadores exteriores es el perfecto reflejo de los 17 primeros partidos de Liga: irregulares e inconstantes. Como el grupo, todos han estado bien algún día. Unas veces, las más, Lescano y Urtasun; otras, las menos, Cilla y Ferrer. Pero ninguno de ellos ha mantenido una línea sin altibajos bruscos, sin picos ni caídas excesivas. Uno a uno, extrapolados, forman un cuarteto de lujo, pero su rendimiento ha sido puntual, nunca continuado, y en ningún caso ha alcanzado el máximo posible. El equipo los necesitará a todos a la vez en su mejor versión en un mismo momento: en los playoffs de ascenso a la ACB. Esa es una de las duras tareas que tiene Oscar Quintana para la segunda vuelta, hacer jugar bien a la mayoría de sus jugadores en el mes clave de la competición y extraer, de cada cual, su mejor versión.

Un jugador fijo

En el perímetro, el técnico ha hecho todos los experimentos posibles, aunque siempre con un denominador común. Ha jugado de inicio con Lescano y Cilla, con Lescano y Urtasun (el más habitual), con Lescano y Ferrer, pero siempre con Lescano. Por razones evidentes, Quintana le ha dado galones al argentino y ha hecho rotaciones radicales con el resto, que han llevado al anonimato a Cilla y a Ferrer en muchos partidos. El escolta suramericano es el hombre que más minutos ha disputado en la primera vuelta (31 de media), ha ganado seis minutos con respecto a la temporada pasada y se ha convertido, junto con José Luis Galilea, Asier García y Antonio Reynolds, en la columna vertebral que tendrá que sustentar a este equipo.

Pieza clave en la recuperación de noviembre y diciembre, Lescano se ha habituado a jugar con diferente compañía. Además del buen nivel que mostró Urtasun hasta que unas molestias físicas condicionaron su rendimiento, Cilla y Ferrer no han encontrado su sitio y han alternado apariciones de más de 20 minutos en pista con partidos en los que ni siquiera han saltado a la cancha.

La integración verdadera de estos dos jugadores, la capacidad de Quintana para extraer las virtudes de cada uno de ellos y su combinación idónea sobre la pista (por ejemplo, Lescano y Cilla pueden ser una redundancia) han de contribuir a que el cuarteto de lujo demuestre que lo es.