Del dicho al hecho. Aseguró Porfirio Fisac que a sus jugadores les habían alertado las últimas dos derrotas en la Liga Endesa, encajando 106 y 111 puntos, y que algo había cambiado, que habían madurado. Sus jugadores confirmaron esas palabras con una victoria contundente frente al Herbalife Gran Canaria (81-62). El Casademont Zaragoza recuperó su esencia, fue de menos a más hasta dominar por completo la situación y dejar sin ninguna opción a su rival. Se embaló en el marcador a base de triples pero el ritmo, el control del partido, se lo dio su defensa. En una semana el equipo ha pasado de recibir 111 puntos en Andorra a dejar al Gran Canaria en 62. Casi la mitad.

Le costó, no obstante, al equipo aragonés encontrar la cadencia adecuada. Y no fue de extrañar porque el Casademont comenzó más mermado de lo esperado. Radovic se torció el tobillo derecho en el entrenamiento del viernes y lo tenía demasiado inflamado para jugar. Justiz volvió a dañarse su ya dañada rodilla y tampoco pudo ser de la partida. Así que Rodrigo San Miguel y Fran Vázquez, que iban a causar baja, se presentaron voluntarios para ir a la batalla. Y en primera línea. Así que el conjunto de Fisac tuvo que ir encajando las piezas sobre la marcha, ver cuál se acoplaba mejor y dónde cojeaba el equipo, ir ensamblando a Benzing de cuatro, a Ennis de base con Krejci, a Hlinason con más protagonismo del habitual... Todo ello provocó unos primeros minutos de enorme desacierto, con solo 14 puntos en el primer cuarto.

Pero fue solo el principio. Era cuestión de tiempo que todo volviera a su sitio, que el Casademont se articulara sobre sus virtudes habituales y terminara como acostumbra, avasallando a un rival que se quedó sin respuesta. Mientras tanto el encuentro fue un toma y daca en el que la diferencia tan pronto era de más de diez puntos como de tan solo uno o dos. Pero salvo la solvencia de Costello, machacando una y otra vez desde el bloqueo y continuación, el Gran Canaria tuvo poco a lo que agarrarse. Okoye no se pareció en nada al que dominó el Príncipe Felipe la temporada pasada, y no solo por el corte de pelo.

EL DOMINIO / En cuanto el Casademont empezó a carburar, surgieron sus tiradores. El equipo zaragozano ha pasado de ser uno de los peores equipos de la competición tirando de tres a apuntalar sus victorias desde esa distancia. Ayer fueron once, con cuatro de un enrachado Brussino, tres de un Benzing providencial al final y otros tantos del tipo más feliz de Zaragoza, Dylan Ennis. Y cuanto más lejos y más difícil parece, más acierta el canadiense. Ayer hubo incluso uno de sus lanzamientos que estuvo precedido de un «¡noooo!» de la grada, asustada de su temeridad. Pero entró.

Así que el Casademont recuperó ante el Gran Canaria esa versión en la que sabe ganar cualquier tipo de partido, se presente como se presente. O, como dice su técnico, en la que no sabe perder. El conjunto zaragozano supo jugar sus bazas y esperar su momento. Hizo lo que debía cuando había que hacerlo. Es cierto que no tiene grandes estrellas, pero tiene muchos jugadores haciendo muchas cosas bien que suman para el equipo.

Los que anotan pero también los que tocan muchos balones como Seeley, los que son un seguro de vida como Fran Vázquez, los que se imponen bajo el aro como Hlinason, los que hacen lo que les toque como Ennis, los que aguardan su oportunidad y la aprovechan como Krejci, los que quieren jugar a toda costa y dan el máximo como San Miguel, los que se parten la cara por todos como Barreiro, los que agitan la varita como Alocén. Y así, uno a uno, se hace un equipo. Y así se ganan partidos. Ya van trece.