Otra victoria increíble en un final apoteósico. Otra remontada imposible con la grada puesta en pie. Otro triunfo de mérito y de prestigio, ante el cuarto clasificado de la Liga Endesa. El Tecnyconta Zaragoza ha instalado la locura en el Príncipe Felipe devolviendo a la afición la magia del baloncesto, la emoción del deporte, la entrega de un equipo que no se rinde, que se agarra a los partidos y tumba rivales por ambición y convencimiento. Esta vez fue al Unicaja, que aún se estará preguntando cómo ha perdido (72-70) un partido que tuvo controlado casi siempre, que ganaba por doce a siete minutos (52-64) y por nueve (57-66) a falta de cinco, en el que fue por delante hasta los últimos tres segundos.

Se lo ha ganado el Tecnyconta porque no se ha rendido cuando peor pintaba, porque no se ha desesperado cuando no anotaba de ninguna de las maneras, porque en casa ha desarrollado una habilidad especial para agarrarse a los partidos de una manera extraordinaria. Y se lo ha ganado porque de pronto ha aparecido Stan Okoye, que ha empezado a anotar de todos los colores, tirando bien, tirando mal, con un rival encima, desde la esquina, de frente, a tablero, precipitándose, eligiendo mal. Pero acertando siempre con cuatro triples y una canasta de dos prodigiosos, 14 puntos en los últimos cinco minutos. A ritmo del alero nigeriano ha ido recortando el Tecnyconta. Aún así, por momentos ha parecido imposible porque no había manera de que los aragoneses se pusieran por delante pese a todas las oportunidades desaprovechadas, que han sido muchas.

A falta de un minuto, Justiz ha fallado una acción increíble bajo el aro que hubiera supuesto el empate y el Unicaja ha respirado con el 66-70. Faltaban 55 segundos. Ha emergido de nuevo Okoye para poner el 69-70 a 25 segundos. Balón para Unicaja. Roberts yerra su lanzamiento de tres y Okoye captura el rebote. Pase en largo para Seibutis, que ya está en su campo. El reloj acelera hacia el final, no puede tirar de primeras pero decide entrar hacia adentro, con tres defensores intentando cortarle el camino, marca los pasos, se eleva, un tirito a tablero, canasta y falta. Total, 72-70 con tres segundos para el final. Y la explosión del equipo, el banquillo en pie, la grada celebrándolo por todo lo alto. Todavía tuvo un último lanzamiento Milovsaljevic, pero la locura ya estaba instalada en el Príncipe Felipe.

COLOR MALAGUEÑO

Otro final imposible después de un partido que ha tenido color malagueño durante muchos minutos. Porque ha dominado el marcador, porque ha tenido mejor acierto y porque el Tecnyconta se ha atascado durante muchos minutos. Hasta el último cuarto solo había anotado dos triples y, al final, solo Stan Okoye ha acertado desde el 6,75. Durante más de cinco minutos a caballo del tercer y del último cuarto el equipo aragonés no ha sido capaz de producir nada en ataque. Todo pérdidas, malos pases, tiros errados. Mientras, el Unicaja, sin terminar de romper el partido, ha ido controlando los tiempos y, con el acierto de Wiltjer, parecía que iba a ser suficiente.

Pero con este Tecnyconta nada es lo que parece, sobre todo cuando peor pinta en casa. No hay que darlo nunca por muerto. De hecho, no se ha movido prácticamente nadie de su asiento hasta el final aunque todo hacía indicar una derrota. El equipo siempre cree, siempre pelea, siempre busca su oportunidad. Y casi todos los finales apretados de esta temporada han caído de su lado. Algo de suerte en los momentos puntuales hay también, pero sobre todo es fe y es trabajo. Es una locura, una bendita locura.