Al CAI le ha salido un callo en el pie, una llaga molesta que no le impide correr tan rápido como quiere. El lastre de Brown (marrón en inglés) sigue siendo una asignatura pendiente que el jugador tiene que remediar lo antes posible, dar un paso adelante motu proprio . Es pronto, queda tiempo y la paz de los resultados ayuda a la comprensión, pero una evidencia sustancial es que el CAI no puede permitirse la osadía de jugar su cuello con un americano arrinconado en un rol secundario. Si la situación no se transforma y John Brown no se convierte en el pívot dominador que presagiaba su fichaje, sus horas deberían estar contadas dentro de un equipo que debe volar más alto que nadie y no puede permitirse sobrecargas que le retrasen.

Brown sigue siendo un yankee impropio como tal y cuya categoría ACB, que le avalaba a bombo y platillo, se pone en tela de juicio en cada partido. Da la impresión de que en Manresa jugó otro americano de igual nombre o de que ese gran fichaje para la LEB no era tan fiero como lo pintaban. Sus números en ataque, ayer, constataban esta falsificación. 4 puntos en 13 minutos. También es verdad que ya no se esconde en el banquillo, que no le entra el tembleque de ver el Príncipe Felipe lleno, y que mejora en el rebote (7 capturas) y en la defensa. El paciente Quintana le echó un cable y, de paso, justificó la ausencia del de Miami en casi toda la segunda parte. "Necesita meterse pronto en el partido. Ha fallado sus primeros tiros, que eran cómodos, de los que mete en los entrenamientos y se ha descentrado. No es como Antonio que no se diluye por esto. Necesita confianza. Ha salido muy bien en defensa y rebote, aunque no es suficiente", dijo pscar Quintana.

Sin excusas

El castigo de faltas no debe ser una excusa --antes lo fue el miedo escénico al pabellón o el cambio de categoría-- para hablar con sinceridad de uno de los puntos negros del equipo. Brown, este Brown, el de los 4 o 6 puntos por partido, no es un beneficio para un conjunto que carga con la cruz del ascenso y su falta de acierto es uns alerta encendida en rojo en el panel de controles de Quintana. No se le pide, ni se le ha pedido, que sea un Otis de 20 puntos ni un Carpanta de 15 rebotes, pero sí una versión intermedia y compatible con Reynolds, su espejo para reflejarse.

No es un socavón porque la fisionomía solidaria del CAI. La mancha de un jugador se quita con la de otro. El tamaño de Asier y la brega del limitado Borja (anotó dos puntos más que John, ayer) trasladan a un segundo plano esta anomalía, un regalo muy caro para el CAI.