En el marcador, empate y menos de diez segundos; la vida en juego. Una derrota elimina al CAI, una victoria le allana el camino a los octavos de final de la Eurocup. Recibe Llompart, penetra pero no se hace la luz hasta que no encuentra en la esquina a Rudez, que lanza y anota; el CAI vive. "No ha sido la canasta más importante que he metido, pero sí una de las más dulces, porque además ha sido enfrente de mi familia, en mi país y contra mi exequipo", decía el croata ayer tras su llegada a Zaragoza.

Fue un instante de calma en los Balcanes, una región vívero de jugadores tan talentosos como decisivos en los momentos difíciles. Y Rudez es uno de ellos, solo que él juega en el CAI. Ya logró el triple --que al final fue de dos-- clave contra el Valencia en el partido de las tres prórrogas en las semifinales de los playoffs y también en los cuartos de la Copa contra el Unicaja. Parafraseando --con trampa-- a Cabezas, momento caliente, momento de Rudez. "Si llega ese último tiro, yo voy a tomar la reponsablidad como siempre y gracias a mis compañeros, especialmente a Pedro, que me ha dado ese pase. En situaciones así tienes que mantener la confianza y ya está".

Pese a todo, no estaba siendo su partido más brillante, puesto que solo acumulaba seis puntos (eso sí, dos triples) en el partido. "No me acuerdo de la última vez que un equipo ha preparado una defensa tan buena y preparada contra nosotros, contra mí, como el Cedevita. Por mi parte, no tuve muchas posibilidades de mirar hacia el aro, porque me han defendido muy bien. Pero jugar en este equipo es muy fácil para mí, porque todos te tienen confianza y eso hace mi vida mucho más fácil. Aunque no había jugado un buen partido, tiré tranquilo, tenía confianza en mí", afirmó.

Un favor del defensa

El alero explicó además que en la pizarra la jugada no se desarrollaba como finalmente lo hizo. "Era un pick and roll en la mitad de la cancha, pero salió así porque ellos defendieron de esa manera. Fue improvisación. Mi defensor se movió un poco, no sé por qué, pero yo se lo agradezco", relató, bromista, Rudez. La locura hubiera invadido a cualquiera, pero el croata, casi impasible, solo sonrío y alzó los brazos. "Como es mi exequipo y le tengo mucho respeto, no había razón para hacer el payaso. Lo celebramos todos de una manera muy calmada, pero por dentro estaba lleno de emoción", explicó.

Y es que el alero del CAI, natural de Zagreb, jugó dos temporadas en el Cedevita, por lo que el hijo pródigo fue quien complicó las opciones del Cedevita. "Era el escenario perfecto, no podía ni imaginar un final así, haciéndolo delante de mi gente, pero lo más importante es que tenemos la oportunidad de avanzar en esta segunda ronda", dijo.