De locura, no apto para cardiacos. El Casademont Zaragoza logró su tercera victoria en casa en la Basketball Champions League y la cuarta del grupo, lo que le acerca a la clasificación para la siguiente fase, en un duelo de infarto, vibrante y con ese tinte de épica que tiene el deporte de la canasta. Varias veces lo tuvo ganado el equipo aragonés y también vio cómo las tuvo que pasar canutas para vencer a un Happy Casa Brindisi (96-93) que ofreció un baloncesto físico, gris y muy americano, pero que plantó cara.

Dos prórrogas. Dos eternas prórrogas hubo que esperar para que el Casademont lograse superar al cuadro italiano. Primero se escapó la opción de matar el partido en el último cuarto con unos paupérrimos porcentajes de acierto en el tiro. Los 12 puntos logrados en ese periodo dan buena cuenta de la mano de madera que tuvieron los aragoneses. En la primera prórroga se logró sobrevivir casi de milagro y, en la segunda, no hubo manera de cerrar el triunfo. Ni con triples ni con tiros libres, un drama que acabó, afortunadamente con final feliz.

Cuando más caliente estaba el partido, más fría se encontraba la muñeca de Ennis. El canadiense estuvo negado con el tiro y errático en la dirección y la toma de decisiones. Al final del partido llevaba unos tristes 5 puntos, un tiro de campo anotado de 12 intentos. Pero en las dos prórrogas, especialmente en la segunda, le salió la rasmia. Se echó al equipo a la espalda, acogió de buen gusto toda la responsabilidad haciendo gala de su enorme carisma y con sus 15 puntos guió al Casademont hasta la victoria con una explosividad que hizo estallar al Príncipe Felipe.

una de las preocupaciones principales era mantener el nivel de regularidad en el juego después del Enorme triunfo ante el Real Madrid y por momentos, especialmente en el primer cuarto, parecía que sí. Después, con el paso de los minutos, fue que no. El Brindisi planteó un duelo feo, tosco, físico y muy centrado en las individualidades, un plan que al Casademont no le beneficia. Tampoco ayudaron los árbitros, tan permisivos como duros, tan ágiles para señalar técnicas como hábiles para desquiciar al público y los jugadores de ambos equipos.

Trató el Casademont en el segundo cuarto de sobrevivir a las embestidas de su rival y a los colegiados y salió con vida en el descanso (41-37). En el tercer periodo volvieron la fortaleza bajo los aros, la capacidad reboteadora y las transiciones, pero en el último el cansancio hizo mella.

Se vinieron arriba los italianos, que fueron rascándole puntos al marcador hasta que Zanelli se inventó un canastón para mandar el duelo a la primera prórroga. Ahí se las vio y deseó el Casademont para seguir respirando. A once segundos del final los italianos anotaron solo un tiro libre y Ennis, desde la personal, tuvo la responsabilidad de empatar. Lo hizo y fue el acicate que necesitaba.

Se llenó de moral y pletórico e imparable se mostró como un vendaval de cara al aro rival. Primero se inventó dos triples y dos penetraciones sensacionales para liderar la rebelión aragonesa. Pero el rival también jugaba y Stone, que hizo un partido bárbaro (38 de valoración) se sacó de la chistera dos triples para dejar el duelo a uno. Lo pudo matar San Miguel tras una antideportiva, pero falló los dos libres, al contrario que Ennis, que lo sentenció y dejó el triunfo en casa.