El partido tuvo de todo. Emoción de principio a fin, calidad, intensidad defensiva, brillantez ofensiva, casi doscientos puntos, un expulsado... Y sirvió para frenar la racha del Casademont, que vio cómo al final el Joventut le infligió su segunda derrota del 2021 (95-100). El duelo pudo caer de cualquier lado, pero en el momento decisivo fue el equipo de Carles Durán el que cerró mejor su defensa y rebote y definió con más claridad y seguridad su ataque. El Casademont, en un ataque de orgullo, lo intentó hasta el final, pero falló cuando no había ya tiempo para rectificar.

El Joventut subió el listón. No es que hasta ahora el Casademont lo hubiera tenido fácil, ni mucho menos, pero la Penya demostró por qué está en playoff desde hace días. Ambos equipos fueron planteando cosas, poniendo rampas, y el rival siempre encontró el antídoto. Cambios y más cambios continuos para intentar frenar a Tomic por un lado y para contrarrestar la intensidad por otro. Así, ambos ofrecieron un espectáculo intenso, un toma y daca continuo sin un dominador claro y con mucha calidad.

La buena noticia es que el Casademont se puso a la altura de su rival. En intensidad, en agresividad defensiva, sobre todo. Otro capítulo aparte merecería ahí el arbitraje y su reparto de las faltas, algo que aceleró el pulso del partido y el único pero a un espectáculo de gran altura. Fue un pulso entre dos iguales que primero se inclinaba un poco de un lado, después ligeramente hacia el otro pero siempre volvía al mismo punto. Los verdinegros empezaron ligeramente más cómodos hasta que apareció Wiley. El pívot cunde mucho en las dos zonas y ayudó al Casademont a subir su nivel defensivo.

No hubo grandes diferencias en el marcador porque cada estrategia era respondida con su antídoto desde el lado contrario. Ambos técnicos iban moviendo sus piezas como en un tablero de ajedrez para defenderse y atacarse continuamente. Así que la igualdad fue total hasta que mediado el tercer cuarto se produjo un punto de inflexión, la expulsión de Sulaimon por doble técnica. En teoría, por protestar.

Eso espoleó al Casademont. Con 55-62 el equipo aragonés perdió un jugador pero ganó otro y multiplicó sus ganas en el partido. Sergio Hernández reclutó a Javi García, inédito hasta el momento, y el joven zaragozano dio una nueva lección. Con él en pista, el partido pasó a 64-62 en un momento y lo que parecía un drama y un problema, pasó a ser una solución y un nuevo arma. El duelo era ya una guerra sin cuartel.

El último cuarto se convirtió en una pelea punto a punto, segundo a segundo, acción a acción. Con cambios en casi en cada oportunidad, con faltas por aquí y por allí que no dejaron contento a casi nadie, sobre todo en el Casademont. Las espadas estuvieron en todo lo alto hasta los últimos dos minutos. Del 89-90 a 2.46 se pasó al 90-94 a 1.01 del final. El Joventut estuvo más entero en esos momentos. Su defensa, muy atenta a las líneas de pase, colapsó un ataque aragonés que se deshizo en lo individual cuando había sido el colectivo lo que le había llevado hasta ahí. También sucumbió en un par de acciones en defensa, suficiente para la derrota.

Al final el Joventut frenó al Casademont con su propia medicina, un ritmo muy alto, muchas posesiones, muchos puntos. La Penya se fue a los 100 y eso hizo que esta vez fuera el conjunto aragonés el que no llegara, quedándose en la orilla. Tomic fue un problema constante pese a las diferentes fórmulas que probó el Casademont y acabó con 24 puntos. En el equipo local Harris fue el más solvente con 21 puntos. La derrota frena la racha del equipo zaragozano pero no cambia los objetivos del Casademont. El miércoles vuelve a la Champions y en la Liga Endesa tiene que probar hasta dónde es capaz de llegar.