Se admite la derrota ante rivales superiores o más inspirados, se acepta caer en una pista de Euroliga ante un rival con un presupuesto diez veces mayor, nada que objetar a la lógica. Lo que no puede permitirse un equipo profesional, un club como el Tecnyconta Zaragoza en pleno proceso de reconstrucción y de recuperación de la identidad, que acaba de perder mil abonados de un plumazo, es un esperpento como el de ayer en el Palau Blaugrana (99-55). El equipo aragonés, empezando por su entrenador, tiró el partido antes de empezar a jugarlo y después se comportó como un grupo vulgar, sin recursos, completamente romo, inofensivo. Se quedó a un solo punto de la derrota más abultada de su historia.

El Tecnyconta Zaragoza ha comenzado la temporada bailando la yenka, un paso para delante, otro para atrás, andando y desandando el camino a cada jornada que pasa. En Barcelona hubo poco que rescatar, casi todo fueron malas noticias en un Tecnyconta en el que la defensa fue insuficiente y el ataque pareció una broma en algunas fases. El equipo aragonés no tuvo amenaza exterior en ningún momento del partido y sus pívots se vieron superados continuamente, lo que degeneró en un partido en el que el único interés era conocer la diferencia final. Y menos mal que el Barcelona tampoco fue un ciclón arrollador, pero su buen hacer en la línea de tres (19/41) le permitió despegarse mucho más deprisa y vivir plácidamente.

El equipo azulgrana quería borrar el mal partido en Kaunas y salió muy activo en defensa. Suficiente para desarmar por completo a un Tecnyconta Zaragoza que saltó a la pista ya con la bandera blanca. Porfirio Fisac volvió a cambiar el quinteto inicial, dando la titularidad a Carlos Alocén junto a Berhanemeskel, Okoye, Radovic y Vázquez. El resultado no pudo ser peor. El técnico tuvo que pedir tiempo muerto a los cuatro minutos con 11-0 en el marcador y los primeros puntos tuvieron que llegar de la mano de McCalebb en el minuto 5. El primer cuarto terminó con un resultado de 25-9 y 33-2 en valoración. Pues aún fue a peor.

ANDANDO / Solo hubo un equipo en la pista, el azulgrana, al que le bastó aplicarse atrás y producir de tres para llevarse la victoria más plácida del curso. En el Tecnyconta el perímetro fue un horror durante toda la tarde, con un Berhanemeskel especialmente poco inspirado y taponado con excesiva facilidad, y tampoco encontró el camino por dentro. Al equipo aragonés le faltó ritmo, parecía ir andando en muchas fases, careció de intensidad y, lo que es peor, de rumbo. Por supuesto tampoco tuvo acierto, pero es que es imposible tenerlo cuando no se produce nada de nada en el juego.

Fisac contribuyó a ese desorden con rotaciones de nuevo extrañas. En la segunda parte comenzó con McCalebb y Alocén en pista y sin un pívot, con Nacho Martín en el cinco. Para entonces el partido ya estaba perdido, pero tampoco contribuyó a mejorar las sensaciones de un equipo que siguió adoleciendo de los mismos males, un perímetro inofensivo y unos interiores superados. Por no hablar de la (inexistente) defensa, ni individual, ni el intento de zona. Todo fue marear la perdiz para acabar en el mismo punto, sin nada que hacer ni decir en el Palau.

El último cuarto fue el único en el que el Tecnyconta tuvo una anotación normal (20 puntos), fruto sobre todo del contexto, pues es lo que sucede habitualmente con un equipo que ya ha ganado en un partido que ya es historia. Y el equipo aragonés mejoró sus números anotadores y evitó encajar la peor derrota de su historia, pero ni siquiera lavó su imagen. El Tecnyconta fue un equipo triste y derrotado de principio a fin, lo único que no puede ser un equipo. El club aragonés no puede permitirse el lujo de tirar partidos ni de desprestigiarse de esta manera en ninguna pista en la que ponga en juego su nombre. Así no hay campañas de abonados que valgan ni gancho para nuevos patrocinadores. El club pierde seguidores cada verano y no va a recuperarlos con actuaciones como las de ayer. Al contrario, seguirá cuesta abajo.