Nemanja Radovic es un buen ejemplo de lo que es este Casademont Zaragoza. No es el más brillante ni espectacular, no es una estrella, pero es un jugador imprescindible. No destaca por una sola cosa y hace muchas en ambos lados de la pista que suman para el equipo. Algo parecido de lo que le pasa al conjunto. A base de trabajo, de pelea continua, anota, asiste, rebotea, siempre está allí donde se le necesita, donde lo requiere el juego. Frente al Lietkabelis fue una muestra, una más, de su solidez. El montenegrino volvió a hacer un gran partido con 12 de valoración en 14 minutos, lo que viene a decir que produjo en cada momento que estuvo en la pista. Además, su defensa sobre Sakic, el jugador más desequilibrante del equipo lituano, volvió a ser una de las claves.

Lo mejor de Radovic es que su rendimiento es sostenido en el tiempo y ajeno a las circunstancias. A todas. Ha protagonizado sus mejores partidos de la temporada en el momento más delicado del juego interior del equipo, con la baja de Justiz, lo que obligó a Fisac a reubicar sus piezas. El principal movimiento lo protagonizó, precisamente, el montenegrino, que pasó a ocupar el cinco durante muchos minutos de los partidos. Sufrió en algunas circunstancias, como cabía esperar, frente a rivales mucho más altos, pero solventó la situación con nota muy alta porque, en general, rindió por encima de lo esperado. De hecho, firmó sus mejores números.

Ahora la llegada de Thompson ha reequilibrado el juego interior del equipo y Radovic ha vuelto a su posición natural de ala-pívot salvo contadas excepciones. Desde la llegada del norteamericano ha ocupado el puesto de pívot durante minutos contados en los partidos, en situaciones muy concretas. Precisamente desde su posición ha contribuido a la integración de la última incorporación, buscándole con asistencias, incluyéndolo en el juego.

Radovic presenta unos números muy sólidos por continuados. En los últimos diez partidos, tanto de Liga como de Champions, tan solo en dos se ha quedado por debajo de los diez puntos, en dos ha superado los 20, en cuatro de ellos ha valorado 20 o más créditos y, en uno de ellos, alcanzó los 32. En otros cuatro llegó, al menos, a los 10. Aunque su rendimiento tanto en Murcia como en Santiago de Compostela, donde en total había jugado cinco temporadas en la ACB, ya había sido bueno, este curso está por encima de sus medias. En Zaragoza promedia 11 puntos, 5,1 rebotes y 11,3 de valoración. En el total de su carrera en España, 9,2 puntos, 4,6 rebotes y 8,8 de valoración. Y en el mismo tiempo de juego, 19 minutos largos por jornada.

Sus números

Esta temporada ha batido buena parte de sus récords particulares en la Liga ACB. En el partido ante el Joventut del 25 de enero logró 29 puntos, 3 triples y 32 de valoración, lo nunca visto en los en torno a 200 partidos que ya había disputado en esa fecha. Además, ante el Real Madrid capturó 14 rebotes, también su mejor marca. Y la temporada pasada estableció su récord de recuperaciones en un partido con las tres que firmó en el Buesa Arena en el primer partido del playoff.

En la Champions está promediando cifras muy similares con 10,3 puntos, 5,3 rebotes y 11,3 de eficiencia. No lidera ninguna estadística del equipo, pero el Casademont se quedaría cojo sin él. Es un estajanovista del baloncesto al que es difícil ver en un mal partido. No es que no los haga, pero ahora mismo hay que hacer mucha memoria para recordar un mal partido del montenegrino que no se circunscribiera dentro de una insuficiente actuación colectiva.

Su solidez le ha convertido en el dueño del puesto, aunque no siempre parta como titular, en detrimento de un Barreiro que comenzó de manera espectacular y que en las últimas semanas, con tanto cambio interior, ha quedado más diluido. Radovic es un seguro de vida para Fisac, el jugador que todo entrenador querría en su equipo. Un todoterreno que suma cada minuto que está en pista.