Seguramente desvelado por la adrenalina del partido, en la madrugada del domingo Dylan Ennis dejó un mensaje en Twitter: «Encontrándome otra vez…» («Found myself again…»). El escolta canadiense está viviendo unos días intensos después de una mudanza exprés desde Mónaco, pero entre empacar y desempacar bultos, acomodar a la familia, conocer a los nuevos compañeros y los sistemas de Fisac, está ofreciendo un rendimiento inmediato en la pista. Debutó en Valencia, apenas unos días después de aterrizar en Zaragoza, y lo hizo tímidamente, sin asumir muchos tiros. Fue titular en Salónica y, aunque ya tomó más responsabilidades, no sobrevivió a la mala actuación colectiva del Casademont. Ante el Manresa ya fue otra cosa, con una actuación más sólida, más enérgica. Estuvo 27 minutos en pista e hizo 16 puntos para 20 créditos de valoración.

Así que, sí, Dylan Ennis está «encontrándose otra vez», de ahí su felicidad después del partido. El canadiense, además de puntos y juego, energía y defensa, tiene otra virtud interesante, que es su capacidad de contagiar a la grada. Es un tipo muy expresivo, que casi siempre ríe, que demuestra cuándo y cuánto está disfrutando. Y Ennis está disfrutando de nuevo en Zaragoza. «Llevamos una semana en España y amo a mi nuevo equipo. Es una situación ideal para mi personalidad y mi carrera como jugador de baloncesto», ha escrito el jugador en su blog sobre la paternidad que abrió al nacer su hija, hace siete meses.

Allí Ennis se sincera y explica las razones por las que dejó Mónaco y su lujo y glamour al poco de comenzar la temporada. «Pensé que vivir y jugar en Mónaco sería todo lo que había soñado. Estaba obteniendo un gran dinero por el que trabajé duro; el país era hermoso y... supongo que eso fue todo. Como persona y como jugador no estaba completamente feliz», explica, eximiendo al club del Principado cualquier responsabilidad sobre ello. El escolta indica que su infelicidad se debía a que sentía que estaba abandonando a su esposa e hija porque estar con el equipo consumía «el 70%» de su tiempo. «No fue el equipo lo que me hizo infeliz, sino la batalla interna y emocional que estaba enfrentando por ser un padre primerizo y un atleta profesional», señala.

Aún en proceso de adaptación (Fisac señaló que uno de las tareas de esta semana sin Champions es precisamente trabajar en ello), todavía sin haberse mudado a su nuevo piso, Ennis está encontrando su camino. Está en el Casademont ante la prolongada baja de Seibutis y los problemas temporales que ha tenido San Miguel. Aunque no tenga el poso y la experiencia del lituano, su papel es ser un relevo más en el perímetro y elevar el nivel físico del equipo. Funciones que ya está cumpliendo desde el primer día. Ha tenido minutos importantes en todos los partidos ha progresado notablemente en tan solo siete días. En la victoria ante el Manresa no solo fue el segundo anotador del equipo (16), sino también el que más faltas recibió, señal de que en ataque produce de diferentes maneras. Encontrándose poco a poco.