Definitivamente, David es Goliat. El Tecnyconta ha crecido hasta convertirse en un gigante que no baja la mirada ante nadie. Este sábado, como ya hiciera ante Unicaja o Baskonia, trató a otro coloso, el Valencia, como a un igual. Compitió hasta el final y vendió cara una derrota que, aunque duele, no deja heridas. Porque el Tecnyconta volvió a demostrar que puede con cualquiera. Esta vez salió cruz, pero nada de lágrimas o reproches. No puede haberlos cuando la pista del Príncipe Felipe acabó cubierta de piel rojilla y la afición abandonó orgullosa el recinto. De eso se trata. Morir de pie después de tanto vivir de rodillas.

El partido pasó como un suspiro. Señal de que el ritmo fue frenético ante dos equipos extraordinarios. El Valencia, campeón de la Eurocup hace unos días, sufría de lo lindo para frenar a un Tecnyconta que comenzó fuerte, con Okoye y Barreiro abriendo brecha hasta un 14-5 que obligó a Ponsarnau a pedir el primer tiempo muerto a los 4 minutos.

Solo Sastre, autor de diez de los primeros doce puntos del Valencia, hacía frente al asedio aragonés. Pero la pausa hizo efecto y, a base de triples y tras varias pérdidas inocentes del Tecnyconta, el Valencia despertó hasta casi nivelar la contienda al final del primer cuarto (23-21).

Los de Fisac, sin embargo, no se dejaban amedrantar. El poderoso juego interior de los valencianos sucumbía ante Williams -mucho mejor que en Andorra-, Justiz -en una de sus mejores versiones de la temporada- y un inspirado Nacho Martín. El partido era un espectáculo. El Tecnyconta lo bordaba. La mala noticia es que semejante recital solo le bastaba para tener el duelo nivelado, aunque un triple descomunal de Seibutis en el último segundo antes del descanso daba a los locales una renta de cuatro puntos (52-48). El Tecnyconta, con grandes porcentajes de tiro, superior en el rebote y poderoso por dentro, abocaba al Valencia a tirar más de tres que de dos.

La reanudación fue tremenda. Un parcial de 12-0 otorgaba catorce puntos de ventaja (64-50) a los rojillos, pero el lanzamiento exterior volvió a rescatar al cuadro de Ponsarnau. Para entonces, los pívots del Tecnyconta comenzaban a tener problemas con las faltas, lo que aprovechó el Valencia para explotar las penetraciones y recortar distancias. Estaba claro. Acabar con semejante adversario iba a exigir mantener la potencia de la pegada. Sin embargo, el porcentaje de acierto exterior del Tecnyconta fue bajando al mismo ritmo que ascendía el del Valencia, que llegó a situarse con venrtaja al término del tercer cuarto (70-71). Era la primera vez que los visitantes se ponían por delante en el luminoso.

Pero ya nada queda de aquel Tecnyconta menor que se dejaba llevar y presentaba bandera blanca cuando venían mal dadas. Nada de eso. Otro parcial -esta vez de 9-0- devolvía la locura al Príncipe Felipe. McCalebb, cada vez más cerca de su mejor versión, y Okoye -siempre Okoye- sometían a un Valencia al que solo su descomunal arsenal de recursos le permitió mantener las constantes vitales. Eso y un arbitraje polémico. En un suspiro, los colegiados nivelaron el apartado de faltas, lo que desquició a Fisac, que fue descalificado tras protestar una clara falta a Seibutis no señalada.

Pero el Tecnynconta aguantaba en pie. De hecho, tuvo la victoria en sus manos, A 23 segundos del final y dos puntos por debajo, fue Seibutis el que se la jugó cuando todos los ojos miraban a Okoye. Esta vez salió cruz. Ni un reproche cuando se da la cara