Como si fuera la jornada 35 de la pasada temporada, como si no hubiera cambiado nada, el Casademont Zaragoza exhibió el mismo espíritu, la misma pelea, idéntica confianza, para estrenar la Liga Endesa 2019-20 con un merecido e importante triunfo en la pista del Herbalife Gran Canaria (73-79). Solo había ganado una vez allí el equipo aragonés, allá por el 2008, no era favorito ante un rival bien reforzado que solo va a tener una competición este año, menos con la baja de Seibutis y con Justiz sentado en el banco los 40 minutos. Pero el equipo de Porfirio Fisac supo aprovechar mucho mejor sus armas y, sobre todo, limitar sus carencias, una de sus grandes virtudes el pasado curso.

En el fondo todo sigue igual, solidaridad atrás, ritmo en ataque, variedad de opciones. En la forma cambia porque hay caras nuevas, porque resulta que Barreiro de cuatro coge diez rebotes y acaba siendo el más valorado, porque Hlinason y Brussino han venido a Zaragoza con todo el hambre del mundo, el islandés dispuesto a utlizar sus largos brazos en defensa y en ataque y el argentino decidido a dar el paso definitivo en su carrera. Porque llega San Miguel, da cinco asistencias y, en el momento preciso, mete el triple necesario. Porque sale Krejci y suma, con un gran mate incluido.

La primera impresión del Casademont Zaragoza no pudo ser mejor. Cinco minutos le costó al conjunto zaragozano entrar en partido con su ritmo, a gusto. Salvo ese inicio, el dominio correspondió a los aragoneses, que manejaron el marcador, que no se pusieron nerviosos ante los errores típicos del primer partido, que continuaron trabajando fieles a una idea, convencidos de lo que hacían. Esa determinación fue otra de las claves ante un Gran Canaria que fue siempre a remolque y no terminó de encontrar soluciones. No lo fue Okoye, con seis puntos, y no lo fue el debutante Harper pese a ser el máximo anotador del partido con sus 30 puntos.

LA DEFENSA / En el Casademont volvió a brillar el bloque por encima de las individualidades, marca de la casa. El equipo aragonés superó sus desacertados primeros minutos creciendo a partir de la defensa. La zona de Fisac descentró al Gran Canaria y los cambios surtieron efecto, empezando a confirmar la sospecha de que este año la plantilla es más larga. La salida de Brussino cambió el ritmo del partido. Los robos y contraataques del argentino fueron el empujón que necesitaba un Casademont errático en el ataque posicional. Abierta esa espita empezaron a colarse otros factores que decantaron la balanza.

Uno de ellos, Hlinason, que en Las Palmas confirmó todo lo bueno que venía apuntando en la pretemporada. Su envergadura casi infinita le convierte en un pívot capaz de cambiar ataques rivales. La confianza con la que se está desenvolviendo en el aro rival no se le había visto estos años ni en Valencia ni en Santiago de Compostela. 12 puntitos sumó el islandés con un 6/8 en tiros de campo. Quizá le faltó algo más en el rebote, pero por ahí andaba Barreiro. No será una estrella, pero su trabajo siempre es encomiable. Reconvertido al cuatro capturó diez rebotes. Hambre pura.

Bajo la dirección de San Miguel y con estos tres estiletes forjó su dominio el Casademont antes del descanso. Después tampoco lo soltó. Se entonó Benzing que, como tres, tiene más posibilidades de tirar desde lejos como le gusta, y terminó siendo el máximo anotador de los aragoneses (18 puntos). Fue apareciendo DJ Seeley, sin estridencias, sin acaparar focos, pero sumando sus puntos. No echó de menos el Casademont ni a Seibutis ni a Justiz, lo que es mucho decir, aprovechó sus armas y supo jugar el partido mejor que su rival. Entendió lo que tenía que hacer y lo hizo. Ganó como si nada, como si no hubiera pasado un verano, como si llevaran meses trabajando juntos. Solo es el primer partido y no valen grandes conclusiones, pero no pudo empezar mejor el equipo aragonés. El domingo otra prueba, esta vez en casa ante el Obradoiro.