Un león, cuando es herido, tiende a sacar el orgullo, a ser más agresivo y a defender lo que es suyo con uñas y dientes. Al Tecnyconta se le puso el partido feo tras dominarlo en gran medida en el marcador, pero entendió que había que sacar la casta, agachar la cabeza y ponerse a trabajar en defensa para vencer, para seguir soñando despierto.

Fisac repite una y otra vez que lo que está viviendo el Tecnyconta es un regalo, porque lo primordial era conseguir una salvación que hace días quedó liquidada. El segundo paso se dio ayer con un triunfo ante el San Pablo Burgos (89-81), ya que el conjunto aragonés ya tiene asegurada la presencia en competiciones europeas sin tener que pasar una fase previa. El tercero, el que queda, igual de precioso, es acabar entre los ocho primeros. Y ayer el Tecnyconta comenzó a percibir el aroma del playoff un poco más fuerte, tanto que durmió sexto y con dos triunfos de ventaja sobre el Iberostar Tenerife.

El acierto anotador de Radovic, muy atento en ambos lados de la pista se complementó con una buena presión defensiva, que dificultó los ataques burgaleses en el comienzo del choque. Sin embargo, pronto comenzó a castigar el cuadro visitante con los rebotes ofensivos. A pesar de ello, el equipo rojillo se fue con ventaja tras el primer cuarto (23-14).

Entonces comenzó a ponerse nervioso y precipitarse ante un Burgos que comenzó a tirar de tres con alegría. 5 de 12 desde larga distancia consiguieron en el segundo parcial los de Epifanio. Tan mal vio el duelo Fisac en la dirección que dio la alternativa a Santana. Y eso cabreó, en el buen sentido de la palabra, a Alocén. Para muestra, su último cuarto.

Tras el paso por los vestuarios, el encuentro fue un calco del arranque del duelo. El arreón inicial lo patrocinó Okoye, que acabó con 23 puntos y 30 de valoración, pero el rebote ofensivo seguía siendo el filón al que se agarraban los visitantes para mantener la distancia. Sutton, antes de volverse completamente loco al final agrediendo a Alocén, fue un incordio para la defensa rojilla por su potencia. Justiz tenía problemas de faltas, Radovic necesitaba descansar y Barreiro fue incapaz de pararle.

Entre tanto, el partido estaba extraño, demasiado incómodo. Tanto que peligró en exceso el triunfo con un parcial del San Pablo Burgos, que cogió 9 puntos de renta en el último cuarto. Jugar con pequeños no funcionó y Fisac, acertado en los cambios, reaccionó y dio entrada a Alocén, Seibutis, Okoye, Radovic y Justiz. Cinco currantes, un quinteto reconocible y casi titular para jugarse el partido. Los exteriores se dejaron el alma presionando y los grandes, al fin, rebotearon en ataque y en defensa.

De todas formas, al Burgos dejaron de entrarle los tiros como cuchillo en mantequilla y Cancar se autoexpulsó revolviéndose contra los árbitros. La grada se animó, vio que había que apretar, y Seibutis, entre tiros libres y canastas dentro del carrusel de técnicas, fue un puntal en la remontada. Todo ello aderezado con el empuje de una afición que ayudó hasta la extenuación y que sigue soñando.