Tras el triunfo ante el Barça, llegó el CAI a Badalona en un clima de euforia. No era para menos y tampoco era la primera vez esta temporada. No será tampoco la última en que esa sensación en torno al equipo se convierta, de la noche a la mañana, en un ambiente de decepción. Y es que, si bien no empaña la marcha del equipo y apenas complica la clasificación para los playoffs, la derrota de casi 30 puntos ante la Penya diluye el optimismo en torno a un equipo tan capaz de doblegar a uno de los ogros del continente como de diluirse ante un conjunto mediano.

Como la semana pasada, el CAI parecía invencible hace tres, cuando acumulaba seis victorias de siete en la segunda vuelta y encadenaba tres triunfos seguidos como visitante, pero el Cajasol no dio opción a los aragoneses, que cedieron por 20 puntos tras el peor primer cuarto de la historia del club con un parcial de 22-3. Incluso más dañina fue la derrota ante el Guipuzkoa Basket en la primera vuelta. Eran los vascos entonces un rival directo por la lucha por la Copa y maniataron al CAI en el propio Príncipe Felipe, llevándose la victoria por 25 puntos ante la mirada atónita de la afición caísta, que veía como un equipo creado para cotas menores se paseaba por Zaragoza. A menudo, casi siempre, el CAI es Doctor Jekyll, pero algunas veces aparece, por desidia o falta de alicientes, Mister Hyde.