Hubo minutos para todos, reparto diferente al habitual, puntos también para todos, diferentes pruebas tácticas y victoria para el CAI Zaragoza ante un rival de playoff de la LEB Oro, el Cocinas.com Clavijo de Logroño. Ganó el CAI (86-75) cuando pudo correr y, sobre todo, al aprovechar los numerosos adicionales que concedió la defensa riojana en el tramo final en un duelo en el que el marcador, lo menos importante, estuvo casi siempre igualado aunque casi siempre también decantado hacia el lado local.

A puerta cerrada, sin más público que algunos directivos y familiares, el encuentro fue un entrenamiento de calidad para ambos equipos, con más imprecisiones de las habituales y oportunidad también para ver cosas diferentes. Por ejemplo, para ver a McCauley desde el inicio y teniendo más protagonismo en ataque. Al estadounidense le costó ajustar su punto de mira, pero después fue poco a poco dejando buenos lanzamientos, interesantes penetraciones hasta terminar como máximo anotador del equipo. Tras el partido él mismo explicó que en sus primeros días no había practicado los sistemas ofensivos y por eso había estado más perdido en ese aspecto pero que, poco a poco, va sintiéndose más cómodo.

Javier Marín tuvo minutos con el equipo por primera vez tras su lesión y, aunque le faltó confianza en algunos momentos, fue soltándose sobre todo para anotar. Curioso fue el duelo de los Tomás. Algo más rubio y con la perilla más larga Joan pero imposible negar que son hermanos, ambos tuvieron que defenderse mutuamente y dejaron algunos triples espectaculares.

Bajo el aro volvieron los ganchos de Norel, incluso delante del gigante Dobos, y por fuera la garra de Stefansson, que puso la directa en el tramo final del partido. Su velocidad a la contra resultó clave en el marcador. El CAI probó diferentes alternativas tanto en ataque como en defensa, con marcajes individuales y en zona, aumentando la presión en determinados momentos, ensayando aspectos que puedan servirle en un futuro. Abós cambió y cambió, incluso mudó el técnico el equipo al completo en un momento en el segundo cuarto en el que el Clavijo había encontrado el camino para anotar con facilidad.

El acierto exterior, primero, y el encuentro cercano con el aro después fueron los dos principales argumentos ofensivos del CAI ante un Clavijo al que le faltó intensidad defensiva pero que dejó muy buenos momentos en ataque con acciones bien elaboradas. Lo peor de la tarde fueron algunos golpes. Se llevó uno Rudez en un tobillo, fue vendado al descanso y ya no volvió a la pista por precaución. Otro fue para Sanikidze en el ojo derecho, aunque pudo regresar al juego en el día de su 28 cumpleaños. Y la peor parte se la llevó el base Borja Arévalo, al torcerse el tobillo en un mal gesto.