A Arce se lo encontraron comiendo de unos contenedores. Deambulaba por las calles desde hacía más de un año mientras pasaba desapercibido, como si de mobiliario urbano se tratara. Un día como otro cualquiera, un ciclista se vio sorprendido por el mal estado del animal y decidió dar un aviso, a ver si alguien se apiadaba.

El guante fue recogido por Zarpa, una protectora de animales de Zaragoza, que salió a buscar a Arce. Para poder rescatarlo, cuentan desde Zarpa, le pusieron cebo en una jaula. Normalmente, los perros, al verse encerrados, tratan de huir; Arce, no. Tenía tanta hambre que no trató ni siquiera de escapar. Una vez trasladado al veterinario de urgencia, se constataron las malas expectativas. Arce sufría una desnutrición exagerada, una sarna que le hizo quedarse sin pelaje y leishmaniosis, además de otras enfermedades infecciosas que confirmaron los análisis.

Tras unas primeras 72 horas críticas, Arce comenzó a remontar. Fue llevado a una casa de acogida, donde empezó a mostrar su cara más amable, cogió fuerzas y cambió su carácter.

En estos lugares, las casas de acogida, los animales desamparados tienen un hogar donde integrarse de nuevo en las relaciones como animales de compañía. Es el caso de Diego Valer, quien acoge en su propia casa a los perros que rescatan en Zarpa y los cuida hasta que llega alguien para adoptarlos. Diego, que ya tenía dos perras antes de involucrarse, asegura que los animales que llegan con él se integran rápidamente y son uno más desde el principio: «El problema es que te encariñas muy rápido y el momento de separarte es muy chungo». Cuando reciben peticiones para la adopción, el acogedor temporal se entrevista con la persona que adoptará al animal. Así se formaliza el acuerdo y se aseguran dejar a los animales en buena compañía, además de hacer luego un seguimiento de la adopción.

Muchas veces, los perros que llegan a casa de Diego traen traumas anteriores, dado que han podido sufrir maltratos por parte de un dueño y se les queda en la memoria.

Una vez los perros han recuperado la salud y se han integrado en estas casas de acogida, es el momento de empezar una nueva vida con sus adoptantes. La historia de nuestro primer protagonista, Arce, cautivó y conmovió a Vera Galindo: «Vi un vídeo por Instagram y me quedé muy pillada. No podía dejar de verlo una semana tras otra. Llevaba tiempo queriendo adoptar y nunca había tenido un perro, por lo que tramitamos la adopción».

Vera cuenta que Arce parece ahora un perro totalmente distinto. Ha recuperado su pelaje y se muestra muy contenta con el comportamiento de Arce. Sin embargo, explica que lleva «fatal» el quedarse solo. «Piensa que igual le vas a abandonar», dice, con pena, esta joven zaragozana. Tanto Vera como Diego coinciden en la necesidad de adoptar, incluso más ahora después del confinamiento. Tras relajarse las medidas, las cifras de abandonos crecieron. Según la Real Sociedad Canina de España, 2.000 perros fueron abandonados durante el mes de mayo.

Por este motivo, iniciativas como Can We Run, la carrera virtual organizada por Prensa Ibérica y EL PERIÓDICO DE ARAGÓN son tan importantes ahora. Como señala Diego Valer: «Correr está muy de moda, y todo lo que sirve para trabajar en la integración de los perros, me gusta».