En 1982 dos de las cadenas de supermercados más grandes de Estados Unidos, Kroger y Safeway reemplazaron las bolsas de papel por bolsas de plástico. Más tiendas siguieron su ejemplo, y con la llegada de la década de los 90 las bolsas de plástico casi habían eliminado a las de papel en el resto del planeta. A consecuencia de esta acción y de otros muchos empaquetados plásticos que después eran desechados, en 1997 el marinero e investigador Charles Moore descubrió una gran acumulación de basura en el océano, la gran mancha de basura del Pacífico, ubicada en el giro más grande producido por las corrientes marinas del mundo. Esta es solo una de las consecuencias de una producción global que se ha disparado en los últimos 50 años y en especial en las últimas décadas. En 1990 ya se rebasó la cifra de los 100 millones toneladas y en los últimos diez años se ha producido más plástico que en toda la historia de la humanidad, alcanzando las 380 millones de toneladas en el 2016. Si la tendencia no se revierte, según los análisis de las Naciones Unidas, en 2050 alcanzaremos los 1.000 millones de toneladas.

Pero el problema no es tanto la producción, sino la falta de reciclaje de estos materiales. En España, según datos de PlasticsEurope, el 46% de los envases plásticos que no se recicla debidamente termina en los vertederos (con suerte, si no es lugares más dañinos) y solo el 37% del plástico fue reciclado -contenedor amarillo-- y el resto (17%) se incineró para producir energía. La tasa de depósito de la media de los países de la UE, como denominan los expertos a los residuos que van al vertedero, es del 27,3%.

La mayor parte de los plásticos se emplean en la fabricación de envases, es decir, en productos de un solo uso, porque se tiran a la basura (o al reciclaje) a la primera de cambio. Para evitar que estos objetos se utilicen solo una vez y dañen al medio ambiente y a los ecosistemas marinos se han implantado ya las primeras medidas desde las instituciones europeas y los gobiernos.

Las bolsas de plástico ha sido el primer objetivo a reducir. En julio del 2018, el Gobierno de España prohibió la entrega gratuita de bolsas de este material a los consumidores a excepción de las muy ligeras (de menos de 15 micras) y las gruesas (de espesor igual o superior a 50 micras) con un porcentaje de al menos el 70% de plástico reciclado. En un año España ha reducido el uso de bolsas plásticas en un 23%. Desde enero del 2020 se han prohibido las bolsas fabricadas con aditivos que facilitan la fragmentación del plástico y las bolsas gruesas deben contener al menos un 50% de plástico reciclado. A partir del año que viene no se podrán entregar bolsas de plástico ligero o muy ligeras a no ser que sean compostables; sistema que ya han implantado muchos distribuidores de alimentos. Tampoco se podrán adquirir otros productos con plástico que tienen otras alternativas más sostenibles en el mercado: es el caso de los bastoncillos de algodón -salvo aquellos que se utilicen por motivos médicos-, los cubiertos, los platos, las pajitas, los palitos para remover bebidas y los palos para sujetar globos, así como los enganches. Muchos comercios, sobre todo el pequeño comercio y los detallistas, abogan por las bolsas reutilizables de tela o rafia.

Además, han surgido iniciativas para elevar los usos de estos envases y corrientes para sustituir el plástico por otras opciones mucho más sostenibles siempre que sea posible, desde la compra a granel con tarros de cristal o bolsas de tela a la reutilización de envases de plástico en las compras diarias de productos de higiene y limpieza.

ALTERNATIVAS EN EL COMERCIO

En algunos barrios ya han vuelto a los orígenes de la venta a granel de antaño tomando como ejemplo sistemas como el de Casa Perdiguer, en el centro de la capital aragonesa, que lleva desde su fundación en 1893 produciendo y vendiendo licores y vinos a granel y no ha dejado de hacerlo.

En Aragón son varias las tiendas que ya han extendido este sistema sostenible y ecológico. En la calle Torrenueva de Zaragoza, desde marzo del año pasado, De Tarros, tienda especializada en la venta de productos de alimentación a granel, quiere terminar con el exceso de plástico en las compras de alimentos y por ello incentiva al cliente que lleva sus propios envases (bolsas, tuppers, tarros...) y les ofrece un descuento del 5%. Ellos proveen de bolsas de papel si es necesario, porque la mayor parte de los clientes la sigue utilizando. «Estamos muy sorprendidos porque prácticamente el 15% de las ventas se hace en envase reutilizado y eso es un logro muy importante. Quien reutiliza los envases suele ser muy fiel a esta práctica y está muy concienciado y habituado a organizarse para hacerlo», explica Lidia Vicente, propietaria del establecimiento.

Lidia buscaba emprender un negocio que encajara con sus creencias y su forma de vida. «Cuando empecé con el proyecto, siete meses antes, todavía no había empezado tan fuerte el boom antiplástico, aunque sí que se venía de un periodo en el que preocupaba más el medioambiente, pero no de forma tan generalizada. Me pareció que reducir los plásticos era el futuro y que a la gente le iba a gustar volver a la anterior forma de compra», cuenta.

En la tienda oferta a granel todo tipo de producto seco y deshidratado de larga conservación como pastas, arroces, legumbres, chocolate, azúcar, frutos secos o miel (ya envasada en cristal), entre otros productos de larga conservación y que permiten la venta a granel. «Se compra de todo, no hay un producto más demandado que otro, pero tienen mucha aceptación los arroces ya mezclados tipo risotto, porque ahora tendemos a facilitarnos la vida a la hora de cocinar. Las legumbres nacionales también se compran mucho», relata la propietaria. Gracias a encontrarse en pleno centro de Zaragoza, la tienda De tarros cuenta con clientes de todos los barrios de la ciudad, pero también de pueblos cercanos a la capital aragonesa.

Como este comercio, cada vez son más los que ofrecen soluciones de compra de alimentos al peso. Es el caso de El Colmado con Luz y Alma, en la calle Carmen; Sin Huella, en el Coso; la Despensica en el Actur; o Aragranel en San José. Otras tiendas, como La Natural, Super Sano o Super Ecológico, en Zaragoza; o Pura Vida en Huesca, venden producto seco a granel al mismo tiempo que ofertan alimentos frescos y ecológicos. También Levarpan, en Teruel, estrenó en el 2019 una tienda con productos a granel como harinas, frutos secos y chocolate más orientados a la pastelería y repostería; así como otros productos de producción local como mermeladas o miel.

COMPRAR EL GEL DE DUCHA A PESO

Comprar a peso también vuelve a estar de moda con los productos de limpieza e higiene personal, industrias donde los productos siempre van envasados en recipientes plásticos; unas botellas que tardan 500 años en degradarse aproximadamente. En el zaragozano barrio del Actur, Miaroma ofrece una solución para evitar abusar de este material desde el año 2014. Mari Carmen Negre abrió este establecimiento de venta de productos naturales y a granel junto a su marido, y lo vio como «una opción diferente a las franquicias que solo ofrecían perfumería a granel». «Queríamos hacer algo diferente y esto nos pareció más una tienda de futuro al abarcar más productos, donde estaba presente la limpieza de la casa y la higiene personal», explica.

En su tienda de barrio vende todo tipo de productos de limpieza a granel y de higiene personal. La práctica es tan sencilla como llevar los envases de plástico para rellenarlos con geles de baño, champús, perfumes, suavizantes, detergentes para la ropa, limpiasuelos, ambientadores, etc. «Al principio era una práctica más novedosa y a la gente le costaba traer el bote, pero ahora casi todo el mundo que compra recicla el envase, están mucho más concienciados de intentar no gastar tanto plástico», argumenta Mari Carmen. Una de las ventajas de comprar a granel estos productos es que puede hacerse en pequeñas o grandes cantidades, y no en los formatos que suelen estar establecidos por las grandes comercializadoras de 1,5 y 5 litros. Los productos más demandados son el gel de baño de aceite de oliva (6,60 €/litro) y el detergente de lavar la ropa (desde 4,99 €/litro hasta 6,5).

La guerra contra el plástico ha comenzado y desde las instituciones, los comercios y hasta los propios ciudadanos ya han comenzado la batalla para conseguir que el plástico sea menos lesivo para el planeta. La compra a granel de alimentos es solo el principio.