Vertebrar el territorio a través del turismo, desestacionalizar la oferta y la demanda, reducir el impacto en las vías, garantizar nuevas oportunidades para las comarcas y potenciar el patrimonio desconocido de la comunidad. Con estos objetivos, Aragón ha intentado renovar su oferta turística para adaptarse a la nueva realidad. Mimetizarse con el destino ha sido una de las apuestas y lo ha hecho mirándose en el espejo de Europa, a través de un producto pionero que despierta gran interés en países como Alemania, Estados Unidos o Noruega: rutas de slow driving.

Pensar en viajar por Aragón hace 30 años y recorrer sus carreteras secundarias, para visitar lugares recónditos o escondidos, poco conocidos, pero de gran belleza y atractivo, era impensable. En cambio, son distinguidas las rutas por la Ruta 66 de Estados Unidos, las carretas históricas de los Alpes, las vías turísticas nacionales FV de Noruega, o la ruta romántica o Romantische Straße de Alemania. Ahora Aragón también tiene sus rutas, aventureras, románticas, culturales… en total 16 caminos que recorren la geografía aragonesa llegando a comarcas y municipios poco turísticos ofreciendo itinerarios para todo tipo de viajeros: moteros y moteras, autocaravanas o furgonetas camperizadas, o turistas que realizan escapadas de día en familia. Descubrir los orígenes de Aragón, la ruta de los reyes y evocar la formación del Reino, las comarcas de los castillos, el Pirineo o prepirineo, Ordesa, la Toscana aragonesa, los vestigios de la Guerra Civil o el mudéjar turolense es más placentero llegando a nuevos rincones y poblaciones menos turísticas. Y parando a respirar.

Esta nueva forma de concebir el turismo coincide con los gusto de los viajeros. El Observatorio del Turismo Rural dice que el 45,3% de los turistas realizan dos o tres viajes al año y el 74,6% buscan relax y desconexión. Con el slow driving se consigue cumplir este objetivo.

DEL BALNEARIO AL ECOCAMPING

Aragón ha dejado de ser un lugar para disfrutar de las montañas en invierno y de los lagos en verano, para aprovechar al máximo todos sus recursos naturales y patrimoniales y poder disfrutarlo en diferentes momentos de desconexión. Sus carreteras, ahora, son una manera más de llegar también a otros lugares que ofrecen un turismo sostenible y reposado, como los balnearios.

El bienestar y la salud continúan siendo un gran activo de la comunidad. Ya lo era hace 30 años y todavía hoy la docena de balnearios y termas, tres en los Pirineos, seis en las sierras ibéricas y tres en tierras turolenses hacen del territorio un destino turístico perfecto para los amantes del relax. Aragón es una comunidad primordialmente natural que permite el contacto directo con la naturaleza, la vuelta a los orígenes y actividades como el cuidado personal.

Alojarse de una manera sostenible también está de moda. En el 2008 el Proyecto Ceres Ecotur nació como una iniciativa pionera de la Fundación Ecoagroturismo para unificar alojamientos, empresas de actividades gastronómicas bajo unos parámetros comunes de preservación y difusión del patrimonio rural y del entorno medioambiental. En Aragón son cinco los que pertenecen a esta red: O Chardinet d’a Formiga, Casa Insol y La Borda de Formigales, en la provincia de Huesca; y Turismo Rural La Ojinegra y Mas La Llum, en la provincia de Teruel.

Otra opción que se ha popularizado han sido los ecocampings como el sostenible de Murillo de Gállego o el ecocamping de Borja, en la provincia de Zaragoza. El primero, de nombre Armalygal, se creó en la década de los 90, cuando todavía el concepto de turismo sostenible no se conocía, en concreto en 1991, mientras que el de Borja se inauguró en el 2010. Estos lugares proponen una nueva forma de turismo ecológico, ya que están integrados en la naturaleza y son respetuosos con el medio ambiente. Se utilizan materiales reutilizables, desmontables, creados por artesanos de la zona, dan empleo a personas del entorno, consumen energías renovables y agua de manantiales y apuestan por el tratamiento de residuos de manera sostenible, etc. T