Coronel y médico militar. Ha sido pionera en dirigir un hospital de la Defensa en España. Es también una de las primeras mujeres que salió de la Academia general Militar y asegura no creer en el techo de cristal. Ella ha compaginado su vida castrense y sus misiones internacionales con la crianza de sus dos hijas.

--¿Tenía vocación de militar o se lo planteó a raíz de que se abrió el acceso de la mujer a las Fuerzas Armadas (FAS) en 1988?

--He echado la vista atrás y me he dado cuenta de que el Ejército me atraía. Veía las imágenes del Ejército y me agradaba, pero no me había planteado la posibilidad de entrar porque no había opción. Con lo cual hice la carrera de médico que era lo que me gustaba también y cuando en el 88 salió la opción de que las mujeres pudiésemos entrar en el Ejército no me lo pensé. Allá voy. Salió la posibilidad de poner en práctica esa vocación si aprobaba la oposición.

--¿Qué era lo que le gustaba del Ejército?

--Me gustan los valores que yo veía en la televisión. Los desfiles, la marcialidad, el compañerismo… los valores que siempre me han gustado. La lealtad no la puedes ver por la tele, porque eso es algo que se ve día a día cuando ya estás metida dentro. Posiblemente pueda ser porque mi padre me llevaba con una disciplina bastante férrea, lo cual agradezco mucho. Yo me veía reflejada en una cosa que me han pedido en casa, y pensaba: si pudiera estar en el Ejército yo creo que valdría para eso.

--¿Nadie en su familia era militar?

--Nadie, nadie. Ni médicos. Era todo nuevo.

--¿Qué recuerdo guarda de cuándo estudió en la AGM?

--Yo fui de la primera promoción de Cuerpos Comunes y pasamos por las tres academias: Tierra en Zaragoza, Naval en Marín (Pontevedra) y del Aire en San Javier (Murcia). De estas tres academias de la que mejor recuerdo guardo es de la de Zaragoza, porque pasé a tener una vida totalmente diferente. Era un sitio totalmente nuevo, pasas a tener poco tiempo, es una forma de vida totalmente nueva… me encantó la unión que hicimos entre todos los compañeros.

--¿Fue tratada diferente por ser mujer?

--No, no. Bueno, lo único diferente es que nos colocaron un bidé. Era la única diferencia entre los baños de hombres y mujeres. Nos quitaron una ducha y nos pusieron un bidé y nosotras dijimos que no lo queríamos, que preferíamos otra ducha más. Pero el trato fue exactamente igual. La AGM de Zaragoza lo supo hacer estupendamente porque se lo planteó desde el primer momento.

--¿Tomaron alguna medida para que no hubiese ningún tipo de rechazo?

--Nada. No nos dieron órdenes ni nada. Salió todo muy natural o al menos así lo viví yo.

--Y una vez ya formada, ¿cómo fue su aceptación cuando estuvo en un hospital de campaña en Herat, Afganistán?

--Cuando salí de teniente y fui a mi primer destino fue duro. Era la primera mujer que llegaba a una brigada acorazada entre 2.800 hombres y siempre hay anécdotas. Por ejemplo, pasar por un sitio, ir vestida de militar y que te chillen «tía buena». Ahí te quedas un poco... dices «cielos, esto no puede ser, me tienen que ver como un oficial, no como una tía». Entonces, te das media vuelta, coges al que lo ha dicho, le reprendes, le dices: «No soy una mujer, soy un oficial más de las FAS». Era cuestión de ir enseñando a la gente, porque desde luego fue la novedad. En tanto tiempo no se había visto mujeres oficiales y les saltan esos instintos que tienen a veces los hombres de soltar piropos, pero no he tenido nunca ningún problema.

--¿Y cuando fue nombrada primera mujer en dirigir un hospital militar?

--No, me acogieron muy bien. Ya había estado durante ocho años trabajando y la mayoría de la gente me conocía. Me admitieron como directora y me ayudaron en el puesto de dirección. Hemos actuado como equipo y no como yo soy la mujer directora.

--¿Se ve como la primera Inspectora General de Sanidad?

--No, no me veo.

--Pero podría ser, ¿no?

--Sí, pero entré ya mayor dentro de las Fuerzas Armadas y posiblemente por culpa de la edad no pueda llegar hasta ese cargo. ¿Que me gustaría? Pues sí. ¿A quién no le gusta llegar al puesto máximo? Pero creo que por edad no podré conseguirlo.

--¿Podría haber alguna mujer?

--Sí, solo que todas las coroneles que estamos en primera fila y que podemos llegar al puesto de general tenemos ya unos años y es más difícil. Tenemos que ascender a general de brigada y luego a general de división. Seguro que alguna llegará.

--¿Y si interesase en las altas esferas de las FAS que eso fuese así?

--Sí… hay que hacer un empoderamiento de la mujer. Pero sí que es cierto que en el Ejército una de las cosas que se aplican, y que yo creo que es una buena medida, es el perfil profesional. Según tu perfil puedes o no puedes llegar a un puesto, y no porque seas hombre o mujer sino, en este caso, porque seas competente para dirigir toda la Sanidad. Perfectamente puede ser una mujer que cumpla todos los méritos.

--¿No hay cuotas?

--No, no tenemos cuotas.

--Del 2018 al 2019 se duplicaron las mujeres coronel en España.

--Lo que ha pasado en Cuerpos Comunes, que es donde hay más mujeres, es que las oposiciones las sacamos más mujeres que hombres. Se ha demostrado que en todas las carreras civiles, quitando las ingenierías seguramente, es que hay más mujeres cursando las carreras. Por lo tanto, si salimos más mujeres ¿quiénes nos vamos a presentar a las oposiciones? Llega un momento que en las promociones hay más mujeres que hombres y esto hace que asciendan más mujeres, pero no es por las cuotas ni nada.

--¿Ha sido la mujer un elemento aperturista del Ejército?

--Yo más que aperturista diría que hemos dado probablemente una visión diferente. Una cosa que tenemos que tener muy clara es que los hombres y las mujeres no somos iguales, ni pensamos igual. Las mujeres hemos aplicado ideas nuevas que están viniendo bien a las FAS. Ante un problema miramos más opciones de cómo poder solucionarlo, utilizamos más la mano izquierda y la forma de ser de la mujer. Conforme más mujeres vayan llegando a puestos de relevancia, porque no dejan de ser nuestros jefes los generales, a lo mejor esta idea se ve más.

--Dice "nuestros jefes los generales"… pero ya hay una mujer general, Patricia Ortega.

--Si hay una mujer general pero no tiene relación conmigo, es de Ingenieros, pero yo hablo de mis jefes en Cuerpos Comunes. La general ha llegado donde ha llegado porque fue la primera mujer que entró y por edad tenía que llegar.

--¿Es un logro?

--Sí, bueno, es un logro llegar a general porque no todo el mundo llega, pero si se lo tenía merecido y su perfil profesional requería que pudiera llegar, allí está.

--En 30 años las mujeres ya ocupan el 12,7% de las FAS, pero desde el 2017 el número no crece. ¿Ya no es una profesión atractiva?

--Yo nunca diría eso, mentiría, a mí me gusta mucho. Pero la visión de las fuerzas armadas siempre ha sido la de un ambiente muy de hombres, que hace que a las mujeres les cueste hacerse a la idea de meterse en este entorno que queramos o no es Defensa Nacional, tenemos que defender España, y requiere tener una formación física y una vida muy dura. Tienes que separarte de la familia, ir a misiones al extranjero o saber estar en un campo de maniobras. No es una vida de confort, posiblemente sea eso lo que haga que la mujer no deje su vida. Las mujeres que se meten lo hacen porque les gusta, y tiene que ser así.

--¿Se ha llegado al tope?

--No, yo no creo que hayamos llegado. Yo pienso que seguiremos subiendo muy lentamente. También creo que no sé si llegaremos a pasar del 15% pero entiendo que hay que mirarlo en todas las profesiones que son un poquito más duras físicamente. ¿Cuántas mujeres hay en Bomberos? ¿Cuántas mujeres hay mineras? Porque fisiológicamente un hombre y una mujer no somos iguales. Las mujeres que entremos en las FAS tenemos que tener ciertas características y hemos de saber que tenemos que estar formadas físicamente, que vamos a abandonar a nuestra familia y que ese rol de madre lo vas a perder en algún momento.

--¿Cómo es esa conciliación?

--Dura. Pero si te metes en el Ejército sabes dónde te estás metiendo y sabes las servidumbres que tienes y sabes lo que te vas a encontrar. Los reencuentros son muy buenos. Tiene sus pros y sus contras. Las mujeres hoy en día tenemos una gran capacidad de adaptarnos a todo y lo estamos demostrando.

--¿El Ejército ha hecho algún esfuerzo por mejorarla?

--Por supuesto. Va a hacer 32 años que las mujeres estamos dentro de las FAS y nunca han aplicado un término de discriminación negativa. Puede haber casos puntuales porque hay puestos que no puedes ir modificando. Se han adaptado a una velocidad de vértigo a que esté la mujer, y bien adaptados. Desde el primer momento que salió la posibilidad de conciliación el Ejército ha intentado aplicarlo a todo su personal.

--¿Existe el techo de cristal?

--El techo de cristal no existe, nos lo ponemos las propias mujeres. Si yo antepongo toda mi problemática familiar a mi problemática profesional ya me estoy poniendo un techo. Lo que tenemos valorar es qué queremos realmente. Si me quiero preocupar más por mi familia no es un techo de cristal, es una decisión. ¿Quiero seguir profesionalmente e intentar compaginarlo con mi familia? Se puede, yo lo he probado, tengo dos hijas con vocación militar. He demostrado que a mí me gusta el Ejército, disfruto con el Ejército y ellas también.

--¿Hay competencia y envidias?

--Sí que hay, en el Ejército y fuera del Ejército, es una característica muy de las mujeres. Pero habiéndolas no ha habido confrontaciones directas. Nosotros vamos ascendiendo a los puestos por méritos, lo único que tienes que hacer es ser un buen profesional.

--¿Veremos una directora de la Academia General Militar?

--Sí, pero falta tiempo todavía. Habrá directoras no solo en Zaragoza, también en Marina, en San Javier, en la Escuela Militar de Sanidad... Somos muy buenas profesionales, así que llegaremos seguro.

--Dentro de 30 años, ¿Cuál será la situación de la mujer en las FAS?

--Estaremos muchas jubiladas y en los Cuerpos Comunes habrá muchas más mujeres. De lo que tendremos que hablar es de la escasez de hombres en los Cuerpos Comunes, no en los combatientes.

--¿Y eso será bueno?

--Es una vida menos dura. El combatiente es el primero que entra en combate y los demás somos los que estamos a su retaguardia, damos el apoyo sanitario, jurídico… España es el país que más mujeres combatientes tiene, proporcionalmente, por debajo de Israel. Hemos demostrado que tenemos capacidad de estar en todos los puestos. Las que entran son muy buenas, entonces que entre lo mejor.