Bibiana Aído (Alcalá de los Gazules, Cádiz, 1977) fue la primera persona que dirigió en España un Ministerio de Igualdad. Fue en el segundo Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, y ejerció desde abril del 2008 a junio del 2010. Fue la ministra más joven de la democracia y durante su mandato se dieron avances significativos en los derechos de la mujer

--Usted ocupó el primer Ministerio de Igualdad en un Gobierno de España, en el 2008. ¿Qué supuso ese hito?

--Fue una época muy significativa de avances. Supuso la apertura de muchos caminos, de una lucha por conseguir derechos en la que encontramos una fuerte resistencia de la derecha y también tuvo un coste personal alto. Pero 12 años después nos podemos sentir satisfechos. Se trabajó mucho, abrimos debates y, lo más importante, reconocimos derechos. En poco tiempo se impulsó una ley de igualdad efectiva, la de violencia de género, la ley de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo que sigue vigente, un plan integral contra la trata de mujeres y trabajamos para prohibir los anuncios de prostitución en los medios de comunicación. Crear el Ministerio de Igualdad fue un paso muy importante.

--Muchos avances que menciona están siendo ahora cuestionado incluso por partidos que han entrado con fuerza en las instituciones españolas. ¿Cómo ve este fenómeno? ¿Cómo se ha podido involucionar en tan pocos años?

--Efectivamente, vivimos un momento complejo. Cuanto más fuertes son los avances, más fuerte es también la resistencia. Y eso lo estamos viendo muy claramente en la igualdad, donde a cada paso que se da nos encontramos con el negacionismo de determinados sectores. Es un péndulo acción-reacción. Pero no me quedaría con eso. En los últimos años se han revitalizado los movimientos feministas, tanto en España como a nivel internacional. Basta con ver el trabajo que están haciendo los colectivos del 8-M, pero también el movimiento Ni una menos o los pañuelos verdes en Argentina, el Me too en Estados Unidos, los pañuelos verdes o la revuelta chilena contra el acoso que se ha extendido por toda América. Todo indica que algo está cambiando a nivel mundial y eso nadie lo puede parar. Ni siquiera esas corrientes ultras y reaccionarias, que aunque son preocupantes y conviene estar alerta, pueden con un movimiento imparable. Creo que hay más motivos para el optimismo que para el pesimismo.

--Trece años después de la promulgación de la Ley de Igualdad Efectiva, ¿cree que debería actualizarse o modificarse?

--Más que modificarla, se trata de ir actualizándola e ir evaluando su implantación. Creo que es una ley buena que se debe desarrollar y luego aplicar normativas. Falta implementación y, más que revisarla, se trata de estudiar en qué nos hemos atascado. Precisamente, es muy importante el programa Beijing+25, en el que se evalúa el grado de implementación de los 189 gobiernos que se comprometieron a tomar medidas para eliminar las barreras que se encuentran muchas mujeres para empoderarse. Tanto en el ámbito público como en el privado. Este programa recoge muchas medidas en muchos ámbitos, como el de la salud, la educación, la pobreza o la violencia, el liderazgo y la participación de la mujer. Se han dado muchos avances y hay que seguir. Y sobre todo hacer una evaluación permanente y priorizar en aquellos aspectos donde hay más problemas y se debe mejorar. Por ejemplo, en los últimos años tres cuartas partes de los países que se comprometieron han redactado sus propias leyes contra la violencia machista.

--¿Se ha avanzado más en el ámbito público que en el privado?

--Hay un estancamiento en lo laboral. La brecha continúa y ahí encontramos grandes diferencias. Muchas mujeres no han logrado el progreso económico y eso significa que no consiguen autonomía. También tenemos que hacer un especial hincapié en los cuidados no remunerados. Sobre las mujeres recae el triple de trabajo de este tipo que sobre los hombres, en muy malas condiciones económicas. Además, el Foro Económico Mundial advierte de que a este ritmo cerrar la brecha económica de género tardaría 257 años. Hay mucho que hacer en este terreno, y además implica un profundo cambio cultural.

--Muchas empresas siguen sin tener planes de igualdad, y continúa habiendo un déficit de mujeres en los puestos de decisión. ¿Cómo valora esto?

--No vale solo con los planes de igualdad. Para lograr la igualdad real y efectiva se requiere voluntad política y hace falta inversión, tanto pública como privada. Todos debemos tener claro que además de las palabras, hay que pasar a la acción. Además de que la igualdad se debe conseguir por pura justicia, también tiene muchos beneficios económicos. Así que alcanzar la plena igualdad no es solo lo justo, sino que también es lo más inteligente. Está comprobado que la igualdad beneficia el desarrollo económico. La directora gerente del FMI, Christine Lagarde, ha presentado unos estudios muy clarificadores: Si se cerrara la brecha salarial, el PIB de los países podría aumentar un 35%. Además, la incorporación de una mujer a un consejo de dirección de una empresa podría aumentar entre 8 y 13 puntos básicos la rentabilidad de sus activos. Por tanto, si la igualdad de género aumenta, el PIB también crece.

--Habla de avances, pero hay una estadística cruel que no desciende a pesar de la concienciación, que es el alto número de mujeres víctimas de la violencia machista...

--Sí, sin duda. Los estudios determinan que una de cada tres mujeres ha sufrido algún tipo de violencia machista, y las denuncias siguen siendo bajas.

--¿Qué falla? ¿Sirve la ley?

--Falta formación y recursos, por supuesto. Pero donde hay que trabajar es en el cambio cultural, y eso hace que las leyes sean necesarias, pero no sea suficiente. Es imprescindible trabajar en el ámbito de la concienciación y la educación, sobre todo desde edades muy tempranas, con el concurso de todos los actores implicados. Solo de esta manera se puede seguir dando pasos.

--¿Hay un repunte de conductas machistas entre los más jóvenes?

--También creo que se está avanzando entre la juventud. Aunque es cierto que hay algunas cuestiones que se deben trabajar sobre todo en el uso de las nuevas tecnologías, las redes sociales o los youtubers, que tienen millones de seguidores entre los niños y las niñas adolescentes. Debemos poner todos los recursos posibles en el trabajo por la inclusión, el respeto a la diversidad, la igualdad... No solo en el sistema educativo, sino en todos los ámbitos de aprendizaje de los menores.

--¿Qué balance global hace de estas décadas de lucha por la igualdad?

--Como digo, se han dado pasos muy importantes. En España llegamos tarde a la lucha por la igualdad, pero llegamos de los primeros. Los Gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero abrieron mucho camino que hoy son evidentes y en los que se sigue trabajando, como en los derechos y permisos de maternidad y paternidad. Que exista un Ministerio de Igualdad es imprescindible, y ha servido para reforzar muchos movimientos feministas. Cuando elaboramos la ley de salud sexual y reproductiva, los movimientos feministas apenas intervinieron en el debate, pero esos mismos movimientos tuvieron un papel imprescindible en su defensa cuando esta ley se vio amenazada por otro Gobierno. Y su trabajo fue fundamental e inspirador, como se pudo ver en el 'Tren de la libertad' y aquella gran manifestación en defensa de los derechos de la mujer y contra la reforma de la ley del aborto que se planteó. A ese tren se subieron muchas mujeres y hombres porque veían amenazados derechos conquistados. Y se subieron muchos artistas, políticos, trabajadores...

--Lleva varios años viviendo y trabajando por los derechos de las mujeres en América. En el 2011 fue nombrada asesora de ONU Mujeres y en el 2013 fue asesora de programas para las Américas y el Caribe. Desde hace tres años es representante de ONU Mujeres en Ecuador. Por tanto, conoce muy bien la situación en ese continente. Hablaba antes de que muchos movimientos de empoderamiento han surgido ahí, pero también es un continente con una fama muy alta de machismo. ¿Cómo está la igualdad en América?

--Se están dando muchos avances también en educación sexual y en igualdad, pero todavía hay mucho que hacer. Las mujeres sufren graves problemas de desigualdad y ven muy amenazada su seguridad y su autonomía. La violencia machista está muy extendida y además está muy normalizada. La pobreza extrema afecta todavía más a las mujeres y hay que trabajar mucho en sus derechos sexuales, en la planificación familiar, en su derecho a su sexualidad, la anticoncepción... También hay que hacer un especial hincapié en los derechos de las mujeres trabajadoras y es la mujer la que asume mayoritariamente los cuidados en la familia. La brecha es todavía mayor en el ámbito rural e indígena, donde la discriminación es aún más evidente. Pero paralelamente también hay una gran concienciación y son cada vez más las mujeres alfabetizadas, más las mujeres con responsabilidades políticas, y aunque el camino a recorrer es largo, también vamos avanzando.

--Su mandato no estuvo exento de polémicas y sufrió numerosas críticas de la oposición, incluso ataques personales. Casualmente, la ministra actual está sufriendo ataques parecidos y tiene la misma edad que usted tenía cuando fue ministra, 31 años. ¿Le castigó especialmente su condición de mujer y joven?¿Cómo recuerda aquellos momentos?

--La resistencia siempre te hace más fuerte. La derecha reacciona de forma violenta a los cambios, y se vuelve agresiva. Hubo momentos que no fueron agradables, pero guardo un recuerdo muy positivo de aquella etapa. Irene Montero está sufriendo esa misma violencia y un acoso que no debería permitirse. Como en otros ámbitos, estos ataques que se dan en la política no pueden tolerarse.

--¿La ministra Montero le ha pedido opinión? ¿O piensa dársela usted?

--Tengo un trabajo apasionante y muy intenso en Ecuador. Desde luego, trabajo no me falta aquí y aquí están mis responsabilidades. Pero por supuesto, este ministerio cuenta con todo mi apoyo, al igual que a la ministra. Si le va bien a ella, nos va a ir bien a todas