No ha sido uno los debates más broncos que ha habido en el Parlamento Europeo, pero la presentación del primer ministro italiano, Giuseppe Conte, de su visión sobre el futuro de Europa ha dejado patente la distancia que separa hoy en día a Italia de Bruselas. El mandatario italiano ha aprovechado el escaparate para afear la excesiva burocracia europea y reivindicar que se escuche más al pueblo.

“La UE se ha ido empobreciendo y hemos perdido el contacto con el pueblo. La distancia entre los Estados miembros y Bruselas es cada vez mayor. Nos hemos convertido en una Europa burocrática y apartado del pueblo” que está poniendo “en tela de juicio las opiniones de las élites”, ha alertado. “Este pueblo reivindica que se le escuche. No deberíamos infravalorar las reivindicaciones. Tenemos que reformar la democracia” porque “si no tomamos medidas vamos a acentuar la actitud de rebelión de algunos países europeos que se podría expandir por toda Europa”, ha avisado.

LA POLÍTICA MIGRATORIA

Buena parte del debate se ha centrado en la política migratoria. Conte ha criticado la falta de solidaridad de la "mayoría de países de la UE" y ha recordado que el mecanismo de reparto de inmigrantes debería ser obligatorio porque con cinco o seis países solo no va a funcionar. “Todos tienen que participar, pero hay otro problema. Incluso los países que se declaran disponibles a participar solo van a hacerlo con aquellos que cuentan con derecho a la protección internacional. Nadie quiere a los que se quedan en el país en el que desembarcan”, ha criticado insistiendo en que los flujos migratorios no deben gobernarse haciendo que los inmigrantes se queden en el primer país de llegada como fijan actualmente las normas en la UE que no han podido ser reformadas.

Su intervención ha sido recibida con pocos aplausos y caras muy largas. “Es más fácil convertirse en un movimiento antiélite para ganar las elecciones y luego quedarse en el Gobierno”, le ha reprochado el jefe de filas de los populares, Manfred Weber, negando que los eurodiputados sean élites. “Somos representantes electos por nuestros ciudadanos”, le ha recordado. También ha recibido críticas de los socialistas, que le han reprochado llevar a Italia hacia el aislamiento económico y político y le han reclamado “hacer frente al populismo porque está arruinando a nuestros países”, ha manifestado Udo Bullman.

Y ha recibido un dardo directo del líder de los liberales, Guy Verhoftstadt, que ha lamentado la “degeneración política que sufre Italia” y se ha preguntado: “¿Hasta cuándo va a ser la marioneta de Matteo Salvini y Luigi Di Maio?" Una crítica que no recibido de buen grado. “Me han acusado de títere, pero no lo soy. Estoy orgulloso de representar la voluntad de cambio del pueblo italiano. Quizás los títeres son los que responden a presiones”, le ha replicado.

RECHAZO A RECONOCER A GUAIDÓ

Durante su intervención, el primer ministro italiano ha aprovechado también para hacer un llamamiento a mantener los canales abiertos con Moscú y Pekín y a reforzar el vínculo en materia de defensa con el Reino Unido, pero ha rechazado reconocer al líder opositor Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela. “Somos conscientes de que la población está sufriendo y por eso estamos insistiendo en que llegue la ayuda humanitaria y se respete el derecho internacional. Somos conscientes de que un régimen que disuelve manifestaciones pacíficas con violencia pierde legitimidad” pero “no podemos entronizar a nadie que no haya pasado por unas elecciones libres y transparentes”, porque una decisión así podría llevar “a la radicalización” en el país.

Según el mandatario italiano, su país no está aislado en este asunto y ha recordado que Italia no ha apoyado al régimen de Maduro porque no considera legítimas las elecciones presidenciales del año pasado. “Consideramos que no tiene legitimidad democrática y pedimos elecciones libres. Pero no se llega a ese resultado reconociendo a alguien que se ha autoproclamado presidente. Esto ralentiza el proceso”, ha avisado.