Lo que era una impresión general de los trabajadores del cambio ha sido confirmado por los datos del sindicato Asaja. Esta campaña de recogida de la fruta, atípica por culpa del covid-19, ha comenzado con la comunidad con menos incidentes de los augurados gracias a las medidas de prevención que se activaron durante el confinamiento. Y ahora que la movilidad se ha restablecido en parte los fruticultores están encontrando mano de obra suficiente para atender sus explotaciones, aunque eso sí, un 20% de estos trabajadores proviene de la hostelería, algo que no solía ser habitual en años anteriores.

Gracias a una bolsa de trabajo gestionada por el propio sindicato, en la que se apuntaron casi 30.000 personas, han detectado la necesidad de muchas personas en sectores económicos que fueron paralizados de optar a un empleo para poder garantizar su subsistencia. «Muchas personas viven al día, por lo que se podían encontrar con que no iban a tener nada para comer», lamenta el secretario general de Asaja en Aragón, Ángel Samper.

Según la encuesta realizada a los inscritos en esta bolsa de trabajo (la más grande de todo el estado) un 19,85% estaba trabajando previamente en el sector hostelero y el turismo. Más discreta es la presencia de personas de la rama de la construcción o el comercio, pues solo llegan al 5,76%.

SALARIOS EQUIPARABLES

«Estas personas que cambian de actividad saben que el mundo agrario es duro, pero también lo eran sus trabajos anteriores», precisa Samper, al señalar que los sueldos son bastante «equiparables». En todo Aragón, en la provincia de Zaragoza es donde se registra un porcentaje más bajo de trabajadores de la hostelería inscritos, limitándose al 13,5%.

El secretario general de la Federación de Industria, Construcción y Agro UGT-Aragón, José Juan Arcéiz, reconoce que la campaña (a falta del pico que llegará en unos quince días con la cereza y la fruta de hueso) se ha podido salvar con cifras de trabajadores similares a las de años anteriores. Por ejemplo, en la provincia de Zaragoza están dadas de alta en la Seguridad Social 12.098 personas, una cifra similar a la del mes de mayo del 2019, en la que se registraron 12.900.

Sin embargo, desde la entidad manifiestan que en este volumen de trabajadores no se han notado demasiado las medidas establecidas por las autoridades para garantizar la campaña. Pone como ejemplo que solo una decena de personas ha solicitado la posibilidad de compaginar el cobro de la prestación por desempleo generada por el coronavirus con la recogida de fruta. Y que iniciativas como el autobús que desplaza a trabajadores desde Zaragoza a los campos de la provincia para no pernoctar fuera de casas no están teniendo buena acogida, según han detectado.

“Tenemos que buscar el bienestar de todos”

La rutina en los campos ha cambiado con el coronavirus, como cualquier aspecto de la vida. Las mascarillas y las pantallas de protección son ahora un elemento tan imprescindible para la recogida de la fruta como los cubos y las escaleras. Además, ha cambiado el perfil de los recolectores, con un buen número de personas llegadas de otros sectores.

En La Almunia de Doña Godina está a la espera de que maduren las cerezas Antonio Latorre. Antes de la recogida ya tuvo que adaptar sus rutinas al coronavirus, pues tuvo que traslada a su equipo de temporeros de uno en uno a los campos. Ahora ya opta por una furgoneta de gran tamaño. «Tenemos que procurar el bienestar de todo el mundo», afirma.

Los espacios de separación se han multiplicado y cada uno se tiene que llevar su botella de agua (fundamental con estos calores). «El problema para muchos fruticultores de la comarca del Jalón está en encontrar sitios para que duerman sus trabajadores», reconoce. Aunque con el cambio de perfiles muchos de ellos ya viven de forma habitual en Zaragoza.

En el Cinca Medio la situación es parecida. Santiago Morales es un agricultor de Alcarrás, aunque todos sus campos están en el término municipal de Fraga. «Las medidas de protección las tenemos que cumplir, pero son un problema añadido para un sector que está en una situación delicada», precisa. En su caso, los seis temporeros con los que trabaja llegaron a la zona antes de que se decretara la alarma.