"Cada vez que cumplo años no siento que ese día cambie nada", ha dicho Gabriela Sabatini. Pero la tenista más importante que ha dado Argentina, por mucho tiempo número tres del mundo, hace por estas horas una excepción a su regla emocional: acaba de llegar al medio siglo de vida. Y eso, reconoce, es otra cosa. "Es una edad que no pasa inadvertida". Este sábado le llegan a Zúrich, donde pasa la mayor parte del año, con alternancias en Miami y Buenos Aires, una catarata de saludos y felicitaciones. A todos les dice lo mismo: se siente muy bien.

Sabatini ha sido un nombre de referencia desde mediados de los años 80. A partir de su descollante aparición a los 14 años, obtuvo 27 títulos, entre ellos un US Open y dos Masters. Fue finalista de Wimbledon y plata en los Juegos Olímpicos. "Una tenista sin tiempos. Y para todos los tiempos", la definió el diario Clarín. "Tenía algo que nadie tiene hoy. Ni siquiera la menor de las hermanas Williams: variedad de tiros, velocidades y efectos y dos golpes supremos: la volea y el revés. Desde Sabatini que no hay en el circuito un revés a una mano como el suyo". Los especialistas creen que Gaby, como se la llamaba, a secas, brillaría en esta era al punto de rivalizar con la australiana Ashleigh Barty.

Consenso general

El tenis argentino ha tenido sus antinomias. Algunas de sus grandes figuras, como Guillermo Vilas o Juan Martín del Potro, nunca suscitaron la entusiasta unanimidad que ha despertado Sabatini. "No se concibe ser pro-Gaby o anti-Gaby. Caso prácticamente único en el país, Sabatini genera consenso y afecto sin matices ni resistencias", dijo alguna vez La Nación. Desde su adolescencia cargó sobre la espalda el peso de una exposición mediática para la que quizá no estaba preparada. Recorrió ese camino como pudo. "Cuando era más chica me costaba más poner los límites", le confesó al portal argentino Infobae.

Sabatini, en una imagen reciente.

A los 50 años, los medios de prensa le piden un balance y ella repite casi siempre su agradecimiento por todo o casi todo lo que le sucedió, dentro y fuera de las canchas. Y entonces vuelve a hablar de las dos finales contra Mónica Seles, el torneo de Hilton Head, de aquel partido frente a Chris Evert, siendo una adolescente, o de los 40 choques especiales que tenía con Steffi Graf. Sacaba lo mejor de mi tenis. Estaban buenos esos partidos. Con los años, llegaron a ser amigas.

Se siente joven. Realiza mucho deporte. Corre o practica ciclismo. Le gusta viajar. Todavía le falta conocer algunos puntos del planeta. Canta en la intimidad. "Me gusta, es parte de mi vida". Llegó a tomar clases y hasta pasó por su cabeza la posibilidad de ir más allá de una pasión personal. Sin embargo, se abstuvo de dar ese salto. En la actualidad es su sobrina Oriana, la novia del jugador de la Juventus, Paulo Dybala, la que se dedica a la música. En breve debe tomar una decisión que podría devolverla a la pantalla, aunque como actriz. Cuenta que le han ofrecido más de una vez un papel y ahora quieren hacer una serie documental sobre su propia historia. Lo aceptaría siempre que se dieran las condiciones.