Luis Ángel Marcén, el abogado por el turno de oficio de la detenida con coronavirus en Cuarte de Huerva y que escupió a ocho guardias civiles, permanece, al igual que los agentes en cuarentena. Lo lleva bien, pero reconoce que sigue con el susto en el cuerpo tras la llamada del puesto de la benemérita de Casetas en la que le advertían que podría estar infectado.

Ante la falta de test rápidos de detección del covid-19 en la sanidad aragonesa, Marcén sigue sin saber si está infectado o no puesto que en los hospitales le dijeron que hasta que no tuviera síntomas no se lo podían hacer. «Ayer me lo tomé peor, ahora soy consciente de que tengo que esperar y si llega la fiebre o la tos iré al hospital», señala este letrado con el que se puso en contacto el decano del Colegio de Abogados de Zaragoza, Antonio Morán, para ofrecer todos los medios materiales de la institución y adelantar de algún modo la realización de esa prueba médica. «Estoy muy agradecido por el apoyo del colegio y de muchos compañeros que me han llamado tras enterarse, pero voy a esperar», recalca.

No obstante, admite que su esperanza es que el momento en el que se entrevistó con la arrestada en el calabozo «no lo haya pillado». «Ya no pienso solo en mí, sino en que al día siguiente estuve con funcionarios, jueces y fiscales del Juzgado de Guardia y del Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 1 de Zaragoza a los que he podido pegar algo», señala mientras apunta que «mantuvo las medidas de distancia de seguridad sin saber el peligro».

El día de reclusión lo ha pasado en una habitación que tiene en su casa en la que hay una cama y un ordenador. «No he salido de aquí siguiendo las indicaciones que me dieron. He aprovechado para avanzar en los recursos y demás papeleos que tenía pendientes». Así tiene que estar, al menos, 15 días.