El ministro de Salud, el general Eduardo Pazuello, ha quedado en la mira del Supremo Tribunal Federal de Brasil (STF) después que se desencadenara el desastre sanitario en la ciudad amazónica de Manaos, donde colapsaron los hospitales ante el aumento exponencial de los casos letales de coronavirus y el Estado no pudo responder frente a la demanda de oxígeno. El ministro Ricardo Lewandowski aceptó iniciar una investigación del hombre que colocó el Ejército en un ministerio estratégico por pedido del presidente Jair Bolsonaro, pese a no tener ningún antecedente en cuestiones de salud. Brasil pagó un alto precio por la gestión de Pazuello: casi 218.000 muertos por covid-19. La situación que se desencadenó en Manaos agilizó un reclamo del Fiscal General de la República, Augusto Aras, a favor de dilucidar las responsabilidades del ministro. La Policía Federal cinco días para interrogarlo. La investigación debe extenderse por dos meses. Pero 60 días pueden ser una eternidad en el Brasil actual.

El presidente cámara de diputados Rodrigo Maia, un ex aliado de Bolsonaro, consideró que Pazuello ha cometido "crímenes" que deben ser resueltos. "No tengo la menor duda de ello". Maia defendió a su vez la creación de una Comisión Parlamentaria de Investigación (CPI) para que se pronuncie sobre la "incompetencia e irresponsabilidad, al menos, del ministro". El legislador llegó a comparar al mismo Bolsonaro con un virus. "Todo el que se acerca acaba contaminado".

Días atrás, Lewandowski le había exigido al ministerio que maneja el Ejército que tome acciones drásticas para resolver la "gravísima crisis de salud" de Manaos desde que el rebrote sacudió las estructuras hospitalarias y obligó a muchos pacientes a morir en sus casas. A la par creció el mercado negro del oxígeno. El fiscal general sostuvo entonces que Pazuello tenía "un deber legal y la posibilidad de actuar para mitigar los resultados" en aquella ciudad. Su viaje a Manaos, sugerido por el Gobierno de ultraderecha, ha sido en ese sentido tardío.

Meses de deriva

Pazuello fue confirmado como ministro en setiembre pasado tras varios meses de gestión interina. Bolsonaro decidió sostenerlo en el cargo después de haberse enfrentado con sus dos antecesores, Henrique Mandetta y Nelson Teich, quienes no aceptaron la ligereza con la que se había tomado la pandemia. Pazzuello fue obediente al capitán retirado y, contra todas las recomendaciones científicas, amplió la oferta de cloroquina. Fue a su vez denunciado por haber eliminado datos del total de casos de covid-19.

El horizonte del juicio político

El desastre en Manaos, sumado a las idas y vueltas en la campaña de vacunación apenas se han inmunizado 615.000 personas en un país con unos 220 millones de habitantes- volvieron a activar los pedidos de juicio político contra Bolsonaro en el Congreso. Según los medios de prensa, las solicitudes sobrepasan el medio centenar. El pasado sábado el "Fuera Bolsonaro" se escuchó con fuerza en 50 ciudades del gigante sudamericano. Una reciente encuesta de la consultora Datafolha consigna que un 53% de los brasileños se muestran favorables a la apertura de un proceso en contra del mandatario.

Según Catarina Rochamonte, columnista del diario paulista Folha, el campo liberal-conservador, que en 2026 participó en la campaña de destitución parlamentaria de una presidente de izquierda, Dilma Roussef, carece por estos días de "razones para oponerse a un presidente de derecha que hizo retroceder la agenda anticorrupción y que, en un momento de protesta nacional por la pandemia, se preocupa por cuestionar la eficacia de las vacunas, retrasar su compra, reforzar narrativas de conspiración que ponen en jaque a las instituciones, y alimenta la histeria en las redes sociales".

El vicepresidente y ex general, Hamilton Mourão atribuyó la caída de popularidad de Bolsonaro al "ruido" de las últimas semanas. "Un aspecto es la cuestión de la vacuna. El otro es lo que sucede en Manaos. Cuando esto se aclare, creo que este ruido disminuirá", estimó.