Tras perder la Ofrenda de Flores en su formato tradicional, la de Frutos y los conciertos multitudinarios, la vicealcaldesa y consejera municipal de Cultura y Promoción Exterior del Ayuntamiento de Zaragoza, Sara Fernández, confirmó ayer que para las próximas Fiestas del Pilar «se suspende por completo la programación en la calle». Aunque las fiestas se mantengan aún formalmente en el calendario, está claro que el coronavirus las privará de cualquier parecido con las de cualquier año anterior.

Fernández explicó ante los medios, durante la presentación de la próxima temporada del Teatro Principal y el del Mercado, que las actividades culturales se trasladarán todas a «espacios seguros y cubiertos», como los centros cívicos de la ciudad.

Fernández apuntó que dicho programa «es un poco reflejo y tendrá la misma estructura del Vuelve a la Cultura que hemos desarrollado para estos meses de julio y agosto».

Las propuestas tendrán lugar en espacios «muy concretos» de Zaragoza, en los que «queremos recoger el espíritu de esas plazas que hay en las fiestas del Pilar, con el circo, la magia, y trasladarlos a espacios seguros, como no puede ser de otra forma», ha añadido.

En cuanto a las actividades dirigidas al público infantil, el consistorio zaragozano está valorando los espacios a los que se trasladarán. «Queremos mantener ese espíritu y esa programación pero en aforos más reducidos y seguros», concluyó.

Habrá que esperar para saber dónde van a correr los cabezudos, si es que es posible mantenerlos en el actual formato, o qué alternativas se plantean para los más pequeños.

Tampoco tendrán la oportunidad de acudir a la Feria del Pilar, ya que este año no se va a organizar. Otra de las citas más tradicionales del calendario festivo para el disfrute en familia, que se cae de la programación, como adelantó este diario, pero que según el responsable de Feria de Zaragoza, Manuel Teruel, se conmemorará con algún acto simbólico.

El consistorio va planteando este tipo de alternativas a los actos suspendidos o alterados, como la idea de que los ciudadanos saquen las flores al balcón en lugar de llevárselas directamente a la Virgen, aunque muchas suspensiones y adaptaciones están llegando también, por responsabilidad, por parte de los propios colectivos que las celebran.

Pese a todo, las fiestas siguen en pie, casi como un símbolo de resistencia. Lo que no serán es uno de recuperación de la enfermedad, como los más optimistas pensaban cuando la ciudad volvió a la nueva normalidad y los rebrotes aún se esperaban solo a partir de otoño