La situación de los temporeros en las comarcas fruteras de Aragón sigue ofreciendo imágenes contradictorias. A pesar de la rápida actuación del Ayuntamiento de Albalate de Cinca para erradicar un foco de contagio de coronavirus, en el que ha tenido que intervenir el Ejército proporcionando infraestructura de acogida, señala que aún quedan otros tres lugares en el pueblo con personas hacinadas. Además, desde la comarca del Bajo Cinca han criticado la destrucción unilateral de un campamento de trabajadores en Fraga sin tener en cuenta el desalojo de todos sus ocupantes. Según el presidente comarcal, algunos de ellos se han refugiado en casas ya ocupadas o se les ha visto «deambular» por las calles.

El alcalde de Albalate, Ricardo Chárlez, señala que la situación en el municipio se ha «calmado» mucho tras la instalación del albergue de campaña en el que se han confinado 29 temporeros. La intervención puntual del Ejército y la irrupción de un sinfín de medios de comunicación ha hecho que se pierda el foco en la labor «continuada» de los servicios sociales del Cinca Medio y entidades como Cáritas en el resto de infraviviendas.

«CON MENOS SERVICIOS» / En estos momentos en los alrededores del almacén desalojado siguen viviendo una decena de personas «aún con menos servicios» en tres espacios diferentes, según evidencia el regidor. Por este motivo reclaman que se siga trabajando «para lograr una solución completa», algo que depende en buena manera de los fondos del Gobierno de Aragón, pues el departamento correspondiente ya es conocedor de esta realidad.

Una solución expeditiva ha sido la tomada por el Ayuntamiento de Fraga, que el pasado sábado demolió (con el visto bueno de sus propietarios) un asentamiento de temporeros y trasladó a una quincena de trabajadores al pabellón que han habilitado como albergue. Sin embargo, la medida ha provocado malestar en algunos sectores por la falta de previsión con la que se ha abordado.

El presidente de la comarca del Bajo Cinca, Marco Ibarz, recordó que Cáritas también estaba trabajando en esa zona de hacinamiento y asegura que algunos de los trabajadores se han encontrado ahora sin tener un lugar en el que dormir, con el consiguiente riesgo que eso puede suponer. «No podemos compartir las formas con las que se ha actuado, pues el trabajo de los servicios sociales en este tipo de situaciones se tiene que tener en cuenta», manifestó. Además ha lamentado que no se informó de forma oficial a la comarca de la decisión que se iba a tomar.

«VOLUNTARIOS» / Desde el Ayuntamiento de Fraga indican que todos los habitantes del campamento demolido se han trasladado «voluntariamente» al pabellón del Sotet, que en este momento se encuentra en el límite de su capacidad con unas 45 personas alojadas en su interior. Por otro lado, señalan que el espacio covid habilitado en otra instalación municipal para aislara a los temporeros que dan positivo y no pueden realizar la cuarentena con garantías solo acoge a dos personas desde el fin de semana.

Ibarz pone como ejemplo la labor realizada en la localidad de la que es alcalde, Zaidín, que desde hace varias campañas está libre de campamentos en malas condiciones para los trabajadores del campo. «Evitar esta situación nos ha costado casi diez años, no es algo fácil y se tiene que trabajar también durante el invierno», explicó el responsable.

En otros municipios de los que han pasado a la fase dos flexibilizada en la cuatro comarcas afectadas por los rebrotes asociados al sector de la fruta no se han tenido que usar los pabellones (o vestuarios de campos de fútbol) reservados para acoger a temporeros, a pesar de que cuentan con camas ya habilitadas.Es el caso de pueblos como puedan se el propio Zaidín o Belver de Cinca.