No era inesperado, ni mucho menos, pero a más de uno le recorrió un escalofrío cuando Javier Lambán llegó ayer a esa parte de la intervención en la que tenía que explicar que los colegios se cerraban hoy por la tarde, que la vida será bien otra desde el lunes en Aragón. Cuando un asunto cualquiera está relacionado con los niños, la percepción global se transforma. Así es, fue ayer en el Pignatelli, cuando el presidente de la comunidad habló de «pesadilla», pidió «responsabilidad individual», reconoció que el momento es de «crisis» y que las medidas son «drásticas» porque son «necesarias». Hay que apechugar, vino a decir antes de pasar a relatar la envergadura de la pandemia y la proporción de las decisiones que han llegado, de otras que vendrán durante las próximas semanas. El primer lapso se cierra en 15 días.

No es para menos. Aragón vivió ayer su peor jornada desde que el covid-19 cruzó los Pirineos. 15 nuevos casos en un solo día, 65 en total, 6 fallecidos, además del primer proceso en un centro escolar. Datos crecientemente malos, aunque todavía poca cosa en comparación con los generales: 3.051 infectados ha habido ya en España, con 84 muertos.

El mundo ha cambiado desde ayer en nuestra tierra, donde apareció el primer caso en un colegio (la directora del Compañía de María), donde nada será parecido durante las dos próximas semanas, periodo inicial que se han marcado las instituciones para hacer un primer examen de la evolución del coronavirus, la pandemia que asomó en China a finales del 2019 y que hoy en día azota medio planeta. No será el fin del mundo, repiten los expertos, para que nadie confunda el estado de alerta con el pánico, tan común en la sociedad cuando atraviesa por situaciones desconocidas. Esta lo es, desde luego. No hay referencias más allá de las determinaciones de los primeros países que afrontaron el trance, con sus aciertos últimos, un puñado de errores también.

Más allá de la inquietud, lo que va a cambiar son las costumbres. Para todos, tengan las afecciones cercanas o les preocupen menos. Las recomendaciones, hace días, ya son que las personas mayores salgan de casa poco, incluso nada. Las sugerencias van a seguir en esa dirección, en este caso para todos. Entiéndase: salga usted de su domicilio solo para lo necesario: la compra, la farmacia... Se entiende que cuanto más deprisa se detenga la propagación, antes volverá la normalidad. «Los ciudadanos deben confiar en el sistema, pero no pueden rehusar su responsabilidad personal», incidió el presidente autonómico en su comparecencia de ayer en el Pignatelli, donde también informó de que se mantiene abierto el proceso de escolarización.

No cerrarán tampoco las secretarías de los centros y los profesores seguirán trabajando para facilitar la continuidad en los estudios a través de las plataformas digitales siempre que sea posible. El cierre afectará incluso a los cadetes de la Academia General Militar, mientras en la Universidad de Zaragoza se ha cancelado todo. Es decir, las clases, las actividades deportivas, los congresos, los eventos y el Día del Patrón, además del cierre de las bibliotecas.

A partir del lunes el Gobierno de Aragón procederá al cierre de todos los hogares de personas mayores de la comunidad. Lambán, además, ha ordenado que el gabinete de crisis se reúna diariamente para comprobar la eficacia de las medidas, para adaptarse a los caminos desconocidos que vaya tomando el virus, para garantizar los servicios esenciales. No cabe duda de que la actividad política también se va a ver alterada y de que faltan por conocer determinaciones que marcarán el estilo de vida en muchas poblaciones aragonesas.

En Zaragoza, por ejemplo, Jorge Azcón dará a conocer hoy un decreto que se extenderá hasta el último día de marzo, aunque no se descartan en absoluto que se vayan añadiendo otras medidas casi cotidianamente. «Zaragoza no es Madrid, pero podríamos llegar a su situación», dijo el alcalde.

Para empezar, se van a ver alterados todos los servicios que no son esenciales, además de cerrarse los de deportes, cultura, educación (aquí se incluyen las guarderías), piscinas, gimnasios, juntas vecinales y de distrito, salas de música u otros como el rastro. En la capital se garantizarán, no obstante, una serie de servicios. A saber: Policía Local, Bomberos, Protección Civil, atención inmediata a personas en riesgo de exclusión social (albergue municipal), transporte público, recogida de residuos, mercados municipales (de mayoristas y minoristas) y servicio funerario.

Es un principio. Quedarán toros por lidiar en cientos de negocios. En algunos, donde es posible y están preparados, se ha instaurado el teletrabajo. Pero poco se sabe de las recomendaciones futuras para las empresas. Por ahí la cosa se barrunta más complicada. Han aparecido las primeras medidas estatales para los autónomos, se suponen otras añadidas. Y en cuanto a las sociedades de mayor calado, las decisiones se están tomando por ahora de manera particular. Son muchos los que no descartan cerrar en función de cómo se desarrollen los acontecimientos. El asunto empeorará camino de la Semana Santa, que huele a silencio. Así que solo queda rezar. O mejor aún, lavarse las manos.