El ingeniero aragonés Jorge Cubeles tiene una gran experiencia en diseñar maquinaria industrial. De hecho, casi todos los equipos que utilizan en su empresa de Zuera -Aragonesa de Mateados, una de las más punteras e importantes en la decoración de botellas de vidrio de toda Europa- los ha creado él. Por eso, cuando la crisis del coronavirus llegó a España empezó a darle vueltas a la idea de diseñar una máquina de respiración para las unidades de cuidados intensivos (UCI). «El prototipo lo desarrollé en mi casa y pronto comencé a buscar colaboradores por internet», explica este ingeniero nacido en Caspe. Para poder realizar los primeros ensayos necesitaba probarlo en animales, un proceso para el que contó con la ayuda del veterinario Luis Alberto García y del equipo de su clínica de Ejea.

Superado con nota este proceso, el prototipo tenía que ser adaptado perfectamente a su uso en humanos, para lo que ha contado con la colaboración del anestesita Fernando Beltrán. «Es una máquina avanzada capaz de tratar a pacientes graves que estén en la UCI, así que teníamos que estar seguros de que todo funcionaba a la perfección», explica el ingeniero, que destaca que todos los que han participado en el proyecto han aportado su conocimiento y lo han mejorado.

De hecho, este pasado lunes el grupo de anestesistas y el servicio de electromedicina del Clínico realizaron una primera valoración y el resultado fue muy prometedor.

Sin duda, y tal y como reconoce Cubeles, lo más complicado de todo el proyecto es el tema de las homologaciones. «Es lo más farragoso, pero al parecer existe un proceso a nivel autonómico a través del cual las autoridades de los Ejecutivos regionales pueden autorizar su uso, aunque solo sea en la comunidad, basándose en ensayos médicos», apunta. Así, entre otras cosas, los prototipos han tenido que pasar por el Instituto Tecnológico de Aragón y ahora deben superar una prueba de resistencia de 48 horas para que nada falle.

Además, han tenido que elaborar un manual de uso, ya que es una de las exigencias de la Agencia Española del Medicamento para autorizar su uso en personas como ensayo clínico. Según han informado este miércoles desde el Colegio de Médicos de Zaragoza, este trámite podría estar resuelto a lo largo de esta semana. En ese momento, lo único que será necesario será el consentimiento firmado de los pacientes o los familiares para poder utilizarlo. «Somos muy optimistas, si todo va según lo previsto la próxima semana ya se podrían utilizar en los hospitales», subraya Cubeles.

El proyecto no hubiera sido posible sin una base industrial con la que poder fabricar las máquinas a corto plazo. Consciente de ello, Cubeles se puso a buscar ayuda a través de la red y la encontró en una de las industrias más innovadoras de la comunidad: BSH España, cuyos ingenieros también han introducido mejoras. «Todo esto lo hemos querido hacer de una forma altruista, sin ninguna intención de hacer negocio, y BSH estaba alineado con este enfoque», comenta Cubeles. El pasado lunes se comenzaron a fabricar en la planta de Montañana los cinco primeros prototipos y los impulsores de la iniciativa confían en que en las próximas semanas podrían alcanzar las 50 unidades fabricadas. «Posteriormente, y si todo va bien, podríamos realizar más, pero tampoco nos marcamos un objetivo en este sentido, dependerá también de las necesidades de los hospitales», concluye el ingeniero.

Por el momento, y afortunadamente, la situación en las UCI de Aragón no es tan complicada como en otras regiones, pero esta máquina podría ser un auténtico balón de oxígeno para los hospitales aragoneses en situaciones de colapso.